Creemos en nosotros,
aquí nadie reza.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Guerra de partículas.


Tengo ganas de hablar. De contar con todos los detalles que llegan a alcanzar las palabras todo. Todo es TODO. Cada pensamiento que se cruza por mi cabeza, cada resquicio de imagen que se quedó grabado en mi retina. Y no puedo.
Ahora mismo, sólo me tengo a mí misma. A. va desapareciendo lentamente.
Me jode tener razón, pero lo que auguré era tan cierto como que respiro. Y está sucediendo. No es una mala racha. Es un adiós que se alarga. Y mira que me molesta de verdad, más que nada porque eres la única persona que me parece interesante. Echo de menos nuestras antiguas conversaciones, y ahora que sé un mínimo de filosofía podríamos hablar y discutir mejor que antes, cuando solo defendía mis ideas con argumentos de experiencia personal y tú utilizabas mil nombres de autores desconocidos para mí. Quizás se pueda decir que me acercaste a un mundo en el que el saber era un máximo y un mínimo, lo era todo, o casi todo, y en segundo plano quedaba el resto de lo que llena el mundo.
Es esa parte restante que llena todo de materia lo que empieza a carecer de sentido para mí. Sé que estoy medio depre por cosas que me han pasado últimamente, pero llevo sin verle ningún tipo de lógica a hacer las cosas. Empiezan a ser impulsos mecánicos que hacemos, y no sé de dónde salen los pensamientos. Sí, del cerebro, muy bien, hasta ahí llego. Pero el cerebro al igual que todo lo que es materia, está formado por pequeños vacios rodeados de un enjambre de electrones.
El profesor de anatomía hace preguntas que me encantan. De facto, adoro a mi profesor de anatomía, al igual que al de matemáticas, historia del arte y lengua. Hacen preguntas que dan lugar a pensar y errar y seguir pensando hasta encontrar una verdad parcial para después mostrarte que estabas completamente equivocada y que esa verdad individual no era nada, una conclusión más entre los miles de pensamientos que van flotando por el aire.
Me voy del tema.
¿De dónde salen los impulsos nerviosos? Sé que no-sé-quién hizo un experimento del que salió la vida a partir de unos gases, los que los científicos suponen que había en una atmósfera primigenia, y salió bien. Pero, ¿qué es la vida en sí?
No me gusta ninguna definición de las que dan de vida, al igual que tampoco de arte. Que también hizo una pregunta el primer día de clase que me dejó intrigada. ¿Qué es el arte y dónde están sus límites?
Alguien me dio una definición bastante buena, pero, ¿se puede reducir a palabras algo que es tan grande y tan distinto para cada persona?
Por ejemplo, algunas personas pagan millones por unas obras de arte que ni entienden, personas a las que simplemente por el mero hecho de ser considerado arte, ya lo quieren para su colección personal.
No lo entiendo. Si no lo entiendes, ¿para qué lo quieres? Es igual que la gente que va a un museo y pasa delante de los cuadros como si estuviera paseando, sin fijarse en qué personajes hay, qué puede simbolizar el cuadro, etc.
Cuando tenga los PowerPoint’s que nos ponen en la clase pondré algo aquí, es bastante interesante la información, y por lo menos mi blog dejará de ser un sitio donde una psicótica aburrida cuenta su vida y de vez en cuando lo que piensa, sino cuenta su vida, aún sabiendo que solo al aire le interesa.
En fin. Creo que debería seguir con mis queridas matemáticas, que si no hago nada hoy mañana no tendré ni idea de lo que explique el profesor (jé y encima quedo como que presto atención en clase y estudio cuando nunca he abierto un libro en mi vida, qué guay).
Bécquer o Neruda. Qué cojones, los dos. Tengo todo el tiempo del mundo para dedicarme a aprender algo nuevo (a ver si me contagian su forma de escribir y llego a no hacer algo tan patético con mi forma de hablar/escribir).

Ese. Esa. Esos.

Me escuecen los ojos. Es difícil dar cuenta de todo. Facciones de tiempo expandidas sin control, 1000 versos a la fuga. Demasiadas imágenes sin sincronizar.

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A veces los pensamientos vuelan tan alto que son prisioneros del sol.