Creemos en nosotros,
aquí nadie reza.

domingo, 23 de diciembre de 2012

S. C.

Son las tres de la mañana, el tic tac de los ronquidos del de la habitación de al lado me matan.
Quiero contar el tiempo a caladas, y que la última sea tu nombre encriptado en baladas (mejor balas).
Directas, concisas y sumisas entran en el cráneo de algún niño muerto en el arcén de los sentimientos.

Quizás sea mejor desaparecer.

martes, 11 de diciembre de 2012

Vivian.

Hay una niña que corre por las paredes rosas de mi cabeza.
Su vestido de encaje ondea cuando choca contra sus piernas. Sus pies descalzos se ensucian entre el barro.
Las neuronas estallan en su presencia, y al tocarlas, reviven, pero ella solo corre, sin preocuparse del daño que hace.
Poco tiempo antes, ella, inocente, corría por el suelo, resbalándose por las baldosas, cayéndose sin saber andar recta. Ahora él la llama desde algún rincón perdido del subconsciente y desaparece. Se transporta a otra dimensión, y ella lo persigue. Sus ojos ya no duermen, se aferra a esa ilusión de un hombre desaparecido que le robó todo y le dejó pedazos de él a cambio.
Están ambos completos, pero no importa porque siguen corriendo desde sus pasillos blancos a habitaciones de niño rosas, y de niña azules.
Ellos, en sus cabezas, se buscan y no se encuentran. Se buscan para jugar al escondite y decidir quién pone las normas.