Creemos en nosotros,
aquí nadie reza.

domingo, 30 de enero de 2011

Just stop and take a second.

Bueno, pues estoy algo cansada de pasar notas, contactos, etc. de un móvil a otro. Ni siquiera he cambiado el número, para aquellos que lo tienen, simplemente ahora tengo un móvil algo más moderno.
Me he dado cuenta de que voy contracorriente en varias cosas.
Cuando la gente aconseja intenta olvidar, yo aconsejo que se explote al máximo cada uno de los sentimientos.
Es raro, pero tiene sentido.
Olvidando no se consigue nada, ya que algún día recuerdas, y como no has pensado suficiente en ello, te deprimes, o tienes ganas de gritar, o de llorar, o quizás de tirarte por la ventana o dar ostias contra la pared.
Si lo explotas, estás jodida unos días y bueno, por lo menos, cuando lo recuerdas no te duele tanto como podría dolerte si no has pensando tanto en ello.
Uhm. Yo creo conocer ambos casos, aunque siempre serán míos y nunca podrán ser extrapolados a cualquier otra persona, pero aún así, creo que funciona.
No sé si recordaréis, tanto lo que me conocéis como los que no, que por Navidades estaba mal, tanto que me pasé sin salir y casi sin comer una semana (y no adelgacé nada, manda huevos), y durante esa semana, me dedique únicamente a pensar en él, acostumbrándome al dolor que representaba la idea que se empezaba a hacer tan facticia como que pensaba. Y bueno, ahora, lo he superado, tengo bajones de vez en cuando, pero bueno, como todo, pienso la vida en matemáticas (y soy de letras, yeah!). Y esto lo veo como una gráfica.
Empezó en el (0, 100), bajó del 100 al 0, y ha ido subiendo paulatinamente, teniendo altibajos, pero jamás llegando al 00 otra vez, quizás al principio bajaba al 20, otras al 50. Y ahora, estoy en el 90. No feliz del todo, pero sigo ilusionada con la vida, y todo gracias a unas personitas que ya nombré y a otros cuantos, a los que, aunque suene muy raro, quiero dar las gracias.
A mi tocaya, S., le dedico bastantes de mis sonrisas, y aunque no sea buena animando, mientras escribo, pienso en qué decirte para hacerte reír.
Doy las gracias a todos aquellos que leen mi blog y me van comentando, sobre todo a Vicent, no tengo ni idea de por qué, pero me ayudó bastante sin siquiera saberlo, ni él, ni yo. Y ahora, recapacitando, me doy cuenta de ello.
Bueno, por R., que bueno, ya sabe quién es (como para no, nadie más canta mi nombre en economía o me ha dejado abandonada por el radiador en la misma clase) escribiré un poco más de la historia.
Que empiezo a odiarla, porque se ha convertido en algo completamente predecible, a ver si hoy consigo darle un vuelco completamente (a ver).

Bueno, esto lo escribí el miércoles, y me gusta, así que no lo borraré.
Bueno, comentaré un par de cosas, si consigo acordarme de todas.
Ayer, como millones de personas, salí como todos los sábados.
Este fue distinto, y por distinto quiero decir extraño.
Al primero, la fiesta de mis queridas gemelas, el acoso a sus gatos (tengo un problema con los gatos… Me encantan), comiendo, hablando con gente que no conocía de nada… Ayer estuve feliz, me sentía menos borde que de costumbre, como si le cayese bien a la gente, y bueno, quitando el como, ya que si no les cayese bien, no me habrían invitado.
Y eso, enterándome de cotilleos de otros colegios, de motes. Bueno, toda la tarde comiendo, hablando y cotilleando.
Fue muy espectacular.
Después nos fuimos, y como siempre, tiramos para los bares heavys de siempre.
Bueno, fuimos a otro que está más dentro del casco, y bueno, nos encontramos con el enano, y estaba con unos amigos, y pobre C., con X. intentando hablarle en plan de jé, soy majo, y mira qué guay soy, que tengo a 40 tías en mis brazos, y C. pasando de él, o respondiéndole lo mínimo (qué bien educada está, yo le hubiese mandado a la mierda, y ayer estaba maja).
Bueno, volvimos al Area, y como siempre, escuchando heavy…
Pusieron Path, de Apocalyptica, y no dejé de pensar en S. (me la pasó ella).
Ah, también había una choni embarazada con un chándal de falda verde fosforito, cuñas súper cutres y medias negras bailando. Muy, muy extraño.
Después, estábamos sentadas sin hablar, A. borracha, C. y yo pensativas.
Estaba un tío al que llamamos el perfecto (no lo es tanto, pero está…) y bueno, se iban a la largar, y de repente aparece D. M. y nos pregunta quiénes mienten más, si los tíos o las tías. Las tres con cara de wtf?
Extrañísimo todo.
Después A. nos comentó que ese grupo de vez en cuando se giraba y nos miraba, y C. y yo tan felices pensando en Dios sabe qué.
Nos largamos, y como siempre, yo que vivo en un pueblo, cojo un taxi, y voy con C. hasta su casa (en taxi). Íbamos hablando, comentando lo de D. y de repente, nos pide un tío un cigarro, vamos típica excusa para entablar una conversación.
C., otra vez histérica, dándome codazos en plan S. córtales de una vez y larguémonos, pero a mí me estaban cayendo bien.
Nos hizo uno de ellos unos malabares, el otro hablándonos, súper majos los dos.
Bueno, dijimos que éramos de Bilbao, que nos llamábamos Helena y Alejandra, pero que ahora, por los estudios, vivíamos aquí… No entiendo cómo se lo creyeron, aunque creo que les importaba poco cómo nos llamásemos.
En fin, toda la noche muy surrealista.
El día que queríamos estar autistas va y nos empieza a hablar gente.
Qué timo. xDD

Empiezo a escribir como en el msn, con xD’s y mierdas así.
Qué asco.

Bueno, simplemente quería comentarlo, más que nada para acordarme yo después y reirme un rato.

Otro tema distinto por completo.

El otro día estuve pensando en eso de la realidad, de los mundos paralelos, de los sueños, etc.
Y no sé por qué, me imaginé a una personita que se duerme, y después se despierta en el mismo cuerpo, pero en otro sitio muy distinto.
Pongamos que la que se acuesta se llama X y la que se despierta en otro “mundo”, Y.
Vale, las dos son la misma persona, pero tienen como dos partes. Dualismo enteramente.
X, cree que su mundo es real, y tiene más o menos consciencia de Y, pero no sabe que en realidad, Y piensa exactamente lo mismo que X.
Me refiero a un mundo de los sueños con sus propias normas, tan reales como las de éste mundo.
Esto se me ocurrió mirando cuadros de El Bosco. Como si él hubiese conseguido acceder a su otro mundo particular y verlo, aunque sea por momentos. Una panorámica completamente delirante.


No sé si me explico demasiado bien… Me gustaría tratar este tema con A., para que me diga quién enunció esto, que fijo que no soy la primera en pensarlo (Nihil novum sub sole), y quiero que me ponga pegas, que me pregunte mil por qué’s, pero se supone que estoy haciendo una presentación para historia de Van Eyck, los esposos Arnolfini.
Esto sonará mucho a Matrix.
Vale, pongamos que en realidad, sólo existe una “persona” que en su cabeza ha creado todo esto, y él está dentro, viviendo como una persona normal sin tener consciencia de que es él quien se ha puesto sus propios límites.
Es decir, que sólo existe él, los demás somos sólo alucinaciones que intentan confundirle y hacer que se crea completamente normal.
Qué mezcla más extraña de filosofías he hecho.
Bueno, yendo a otro tema.
La historia. Como he mencionado antes, a ver si consigo darle un vuelco, y para ello, voy a cambiar una cosa de la anterior, así que echadle un vistazo a las cuatro últimas líneas que están en azul de la entrada anterior, porfa.

Mekare oía, pero aún no podía contestar, estaba pensando en qué hacer. Qué decir. Si se iban, el momento que había intentado alargar en su recuerdo se evaporaría para siempre, pero acabó cediendo. No pudo soportar esos ojos agobiados.
Pensó que se irían cada uno a su casa, así que se preparó y echó a andar, sin siquiera pensar en despedirse. Estaba por completo metida en sus pensamientos, y como una autómata, se dirigía a su casa.
Se dio cuenta de que él le seguía, como si se hubiese perdido y no supiera a dónde ir, pero a la vez, divertido por ver a dónde le llevaba.
Cambió de dirección y decidió ir a un billar donde no hubiese demasiada gente para poder jugar tranquilos.
Paris se dejó ganar en la primera partida, y en la segunda, le humilló completamente.
Le pidió un premio por haber jugado tan bien, y le pareció un niño que pide un juguete por haber hecho bien los deberes.
Acordaron que en la siguiente, quien ganase elegiría un premio.
La partida fue lenta, con fallos fríamente calculados. Hasta que sólo quedaba la negra.
Mientras, Mekare pensaba en los fallos que podía cometer, y en si debía ganar o no. Estaba claro que él quería perder, quizás por no pensar qué pedirle o quizás por ver qué le pedía ella, pero ella tenía las mismas razones, y quizás más para perder.
Se jugaba el saber qué quería él de ella.
Falló el último tiro. Metió la negra por un fallo tremendamente calculado, con tanto teatro, que hasta a ella le pareció un fallo real, en absoluto exagerado.
Él había ganado, y ella también. Ahora él debía destaparse un poquito más, dejarse ver un mínimo.
No lo hizo, pero le prometió pensarlo mientras le invitaba a cenar.
Fueron a un restaurante relativamente cerca de su casa. Paris alegó que así ella estaría el mínimo tiempo posible sola, y que además, comerían exquisitamente.
La cena transcurrió sin apenas conversación, simplemente degustaban.
La conversación que más llamó la atención a Mekare fue de un tema que jamás hubiese pensado que él sería capaz de sacar.
-      Querida, he estado pensando en varias cosas hoy, y una de ellas es en porqué aún no he sido capaz de hacer que me digas nada de ti que se salga de lo que quieres que sepa de ti.
-      ¿Y qué quieres saber de mí que yo no te deje ver?
-      Todo.

Esta última palabra dejó helada a Mekare. Él quería conocerla, pero no lo hacía por miedo, no sabía aún a qué. No sabía si al compromiso o a ella.
Al acabar, él le acompañó a casa, o eso creyó ella.
Se giró según llegó al portal, y él no estaba. Ella esperaba aún que le pidiese lo que quiera que fuera que pasaba por su mente.
Besó el aire como último recuerdo de él.
Decidió, desde aquel momento, hacer lo que hacía tiempo debió haber hecho.
Desaparecer de su vida y hacer que él desapareciese de la suya.

Y bueno, tenía algo más que decir, pero se me ha olvidado, así que me largo a seguir haciendo lo de historia del arte, no sin antes poner unas cuantas fotos de tonterías que me gustan, a quien le apetezca llamarme inmadura, o atascada en los tres años, genial, porque tendrá toda la razón del mundo. Y también me dedico a sacarme fotos a mí misma cuando me aburro. Soy guay. (:

Ya de paso, pasaros por este blog. Es espectacular.




















Un beso a todos. ^^

jueves, 27 de enero de 2011

La historia interminable.

Bueno, hola otra vez, para todos aquellos que me leen. Nuevos lectores (R. hace mucho que no me cantas ni te inventas canciones con mi nombre equisdé).
No sé quién más se dedica a entrar para ver si he actualizado, me refiero a lo que no me firmen, creo que O., y quizás A.S., C. de vez en cuando creo.
Hoy hablaré de ella, de C.
Hace tiempo que no la veo, espero verla mañana, y si no, el sábado nos veremos fijo (quizás podamos saltar).
Te quería decir que te quiero muchísimo, y aunque no sepa exactamente qué pasa por tu cabeza, me encantas.
Vale, sé que conociéndome como me conocen algunos, podrán interpretarlo mal.
La quiero, muchísimo, pero como friend, only. Sé que cuando cualquiera intentar ligar con ella se pone de los nervios y de mala ostia, y en el fondo, creo entenderla, pero sé que no puedo. No quiero presionarte para que me cuentes nada, simplemente ofrecerte de la manera más humilde posible mi amistad y esperar poder sacarte alguna risa y cogerte de la mano e ir saltando al Planet, o cantar nuestra versión de Camino Moria, y demás tontadas que hacemos que me hacen feliz.
También creo que debería hablar de A.
Aunque no sé qué decir, que es mi honey y que no me la quita ni Dios (tampoco Chuck Norris).
Decir que me lo paso bien mirando al rubio, jugando al billar (ganándote a veces) y mirando a todo el mundo que pasa por la calle (menudo radar) y bueno, haciendo las chorradas de siempre. Y aunque a veces me saques de quicio y choquemos y tengamos enfados estúpidas, te quiero un huevo y tres cuartas partes del otro. :D
Y eso quería decir de ellas dos y bueno, también soltaré una chapa enorme dentro de un rato.
Primero el final de la primera parte o ni siquiera de eso de la historia que estoy escribiendo, que conste que va por ti, R.

Él seguía abrazado a ella, empezando a estar incómodo, agobiado y la fue separando, poco a poco.
Sintió una gélida ráfaga de aire frío, muy frío. Extrañaba su calor, pero ya no había marcha atrás.
Ella recelaba de soltarse, pero al final cedió.
-      Bueno, sería cuestión de que nos fuésemos a otro sitio, empieza a aburrirme este bar.
Parecía que no le escuchaba, como si siguiera imbuida en su encierro particular.
Ella no se movió ni un milímetro, ni un solo músculo. Estaba empezando a impacientarse, quería irse de allí.
En realidad, lo que buscaba era una excusa para abrazarla. Echaba de menos el contacto con la piel de cualquier persona, aunque lo había olvidado tras tanto tiempo de abstinencia, de soledad y de odio a todo el mundo y de destruir expectativas de cambio.
Pero había caído, y lo único en lo que pensaba era en abrazarla, como un autómata, o como un pirómano busca un mechero y algo que quemar. Ella era la llama y él el papel escrito con tinta corrida de cualquier diario de hace años, abandonado antes casi de empezar a ser escrito.
Admiró su belleza, sobretodo sus ojos, le encantaban. En realidad, sospechaba que le encantaba cómo le miraba ella, en realidad, sus ojos eran completamente normales.
Recordó, de repente, el ramo de tulipanes, y lo encontró en la mesa, posado, como si en realidad esas flores jamás hubiesen tocado la madera y jamás lo fuesen a hacer. Como si fuesen inmunes al tiempo, o orgullosas y arrogantes, se atreviesen a retarle, y el tiempo, celoso y vengativo, decidiese matarlas una por una, despacio, a fuego muy lento.
Le pareció insultante y a la vez lo más hermoso que pudiese haber visto jamás. Su rebelión era bella, por muchos que se empeñasen en menospreciar la belleza de cualquier revolución, por silenciosa que sea, a él, le parecía espectacular. De pararse a mirarla, de conseguir oír sus gritos, sus clamores, su voz aguda y ahogada, quizás ahorcada.

Sintió que le iban separando, y no supo qué era. Como una fuerza exterior que la separaba de él y le hacía volver a su abismo, a su páramo, a su árbol desojado y a sus páginas raídas. Le habían arrancado su cuaderno nuevo de cuajo, y habían conseguido dejarla cerca de un coma anímico.
Dejó de ver. Se le había congelado la mirada y cada vez que intentaba derretir el hielo, el formaba más, creando una capa cada vez más grande de escarcha que pujaba por caer y perseguirla en la caída. El alud se hizo, y la nieve caía tan rápido como ella. Le cubrió entera. No podía respirar, o eso creía ella. Esperaba el momento de morir ahogada, pero no llegaba, y ella sufría.
Había aguantado heladas peores, pero ahora, se le hacía demasiado duro habiendo probado el agua templada.
Pensó en qué pasaría si ahora se desmayase, ¿él la volvería a abrazar y como en un cuento de hadas, la besaría y volvería a la vida?
Lo dudaba.
Pero esperó. No podía hacer nada más. Estaba atrapada.
Pensó que si pensaba en él, el hielo se derretiría lentamente, y así lo intentó.
Pensó en su precioso pelo castaño, largo. En sus ojos grises, y se quedó ahí, más perdida que antes.
El tiempo pasaba y ella seguía soñando, metida por entero en aquella pesadilla.
Oyó el eco distorsionado de su voz, como si esas palabras hubiesen sido pronunciadas hace mucho tiempo y a ella le llegasen demasiado tarde, pero reaccionó.
Movió, levemente la mano, como buscando algo en su bolso.
Lo encontró, su mechero. Quería ver esa llama que despedía, como si ella pudiese sustituir el calor que había sentido antes.

Había reaccionado, por fin, pero no dijo nada, por miedo a que permaneciese como en un estado de sonambulismo. La vio rebuscar en su bolso.
No podía ser. Tenía un mechero. Sintió que había sido observado todo el tiempo, como, sin siquiera mirarle, hubiese sabido exactamente qué era lo que quería, y como símbolo de entendimiento, le mostrase aquel objeto.
Lo encendió, por momentos, y la llama luchaba por salirse de sus límites y comer el bar.
Insistió en irse de allí, y ella, accedió, con una mirada triste. Como si el momento que había intentado alargar y saborear al máximo hubiese terminado.
Dispuesta a irse a su casa, cogió su bolso y echó a andar, con él al lado, sin preguntar nada, esperando a que ella le invitase a irse a su casa, pero no lo hizo. Era perfectamente consciente de que le seguía.
Para su sorpresa, fueron un billar sin apenas gente, para que no se agobiase.
Seguían sin pronunciar palabra, y Paris ya empezaba a necesitar sus ansiadas frases, como si fuesen su droga. Pero seguía tercamente callada.
Jugaron un rato, y ella le humilló en la primera partida. En la segunda, ganó con un solo turno, orgulloso, pidió un premio, como un chiquillo que ha hecho algo bien.
-      Podrías darme algo por haber jugado tan bien.
-      Podrías haberme dado tú algo por haber ganado yo antes.
-      Quizás.
-      Vale. Y, ¿si nos jugamos algo en ésta? Quien gane, pide lo que quiera.
-      Perfecto.
Le dejó ganar. Tenía intriga por saber qué le pedía, pero mientras, disfrutaba del juego, esforzándose en que no se notase demasiado que le estaba dejando, aunque era demasiado evidente.
Calculaba tiros para que se quedasen cerca, muy cerca de los agujeros, y que sólo en algunas ocasiones entrasen.
El juego se hizo lento, parecía que ella hacía lo mismo que él. Supuso que antes que tener lo que quisiera, prefería saber qué era lo que Paris quería.
Paris iba ganando, aunque por muy poco. A ninguno de los dos se le ocurrió meter la negra, quizás porque entonces, sería demasiado evidente que querían perder, pero a pesar de ello, jugaba como si ella no se hubiese dado cuenta.
Le pareció divertido. Una buena forma de medir su paciencia y sus ansias por conocer.
Quedaba sólo la negra, y le tocaba a Mekare, que la metió “accidentalmente” en otro agujero.
Él había ganado. Dijo que pensaría qué quería, y mientras, que la invitaba a cenar en un restaurante cerca de su casa, para que ella, después, pudiese llegar rápidamente a casa.
Era un restaurante exquisito, en el casco viejo de la ciudad llamado Querida María.
Cenaron, conversando de un poco de todo, conociéndose un poco, dejando de ser dos desconocidos que quedaban de vez en cuando para medirse las fuerzas en persona.
Terminaron rápido, dejando sitio para otros clientes. Era tarde y decidió acompañarla a casa. Mientras, decidía qué pedirle, ya que le había prometido que ese día se lo diría.
Rompió la promesa. Ya había pasado su día.

Ella llegó a su portal, y se giró esperando una respuesta que nunca obtuvo.

Él la observaba desde el otro lado de la plaza, sentado, tranquilamente, sabiendo que jamás le vería.

Bueno, sigue sin estar terminada por completo, pero me aburre un poco escribir de lo mismo sin poder salirme y soltar cualquier cosa que me apetezca y que no tenga ninguna relación.
Quizás si le metiese diálogo, podría, perfectamente, pero aún no tengo definidos a los personajes. Creo, de facto, que ni les describo físicamente, digo que Paris tiene el pelo castaño y largo y los ojos grises y Mekare los ojos marrones y brillantes creo que es.
He metido el restaurante de una amiga no sé porqué, quizás porque sea el único del que recuerdo el nombre.
Y eso… Tema de la historia terminado por ahora.

He leído en el blog de una amiga que hace siglos con la que no hablo lo de la ley sinde, y me ha recordado a todas las leyes estúpidas que está imponiendo el Gobierno.
Me parecen estúpidas como todas las leyes que pueda dictar cualquier político de tres al cuarto.
Todos me han tachado de anarquista por afirmar que tal y como está montado el Gobierno ahora, no merece ni la pena que haya. Probablemente nos vaya mejor sin él, aunque reconozco que esto es imposible, un país con una tradición tan Gubernamental, por decirlo de alguna forma, ya acostumbrada a ello no puede ser cambiada por nada de la noche a la mañana.
Esto último nunca me han dejado explicarlo, ya me gritaban por pensar así, por ser tan inmadura, e ilusa. Pero bueno, como nunca me han dejado explicarme, no tengo en cuenta sus objeciones y críticas sin sentido en absoluto constructivas.
En fin, dejaré de hablar mis ideas utópicas sobre un gobierno decente y pasaré a la situación actual.
Hay gente que cree que con el PP las cosas cambiaran, yo, sinceramente, no entiendo esto. Si los dos son partidos, que por mucho que sean de derechas o de izquierdas, son exactamente lo mismo. Gentuza que jamás tendrá ni idea de cómo dirigir un Gobierno para el pueblo, y lo único en lo que piensan es en llenarse los bolsillos.
No se puede esperar que las cosas mejoren así. Puede que las medidas sean menos estúpidas, pero por mucho que digan, lo seguirán siendo, por lo menos ahora.
También me llama mucho la atención este tema de los sindicatos.
Se supone (leed con atención estas dos palabras anteriores) que los sindicatos representan a los trabajadores, estando creo que no llega a un cuarto de la población afiliada a cualquiera de ellos.
Mi pregunta es, ¿cómo cojones van a saber esos imbéciles qué quiere el trabajador?
Son todos funcionarios, no trabajadores, creo que estos también cobran una millonada, casi todos con jubilación anticipada y cobrando el sueldo íntegro, pero no me hagáis demasiado caso que no estoy segura de esto.
Es de risa lo hipócrita que suena. Y más hipócrita aún es que en una huelga convocada por los sindicatos, los propios sindicalistas fueron a trabajar. ¿Servicios mínimos?
En fin.
Hoy hablando con mi padre, hemos estado hablando del tema de las pensiones. Viendo las noticias de Antena3, hablaban de que, ahora mismo, hay que trabajar hasta los 67, para la jubilación anticipada, a los 65, habrá que haber cotizado 38 años y medio, eso significa, desde los 26 trabajando ininterrumpidamente.
Vale, ahora, está el problema del paro. La gente, con suerte, empieza a trabajar sobre la treintena, más o menos. O sea, que más o menos, hasta los 75 trabajando. Las mujeres, de media, vivimos hasta los 84, los hombres hasta los 79-80, creo recordar. O sea, toda tu puta vida trabajando, más de uno se morirá en el trabajo, fijo.
La teoría básica dice que el mercado laboral se va a estancar, demasiada gente intentando entrar en unos puestos de trabajo ocupados por viejos (a esa edad ya se es viejo, ni mayor ni de la tercera edad ni pollas) que vale, tendrán experiencia, pero, ¿qué pasa con el entusiasmo?
También me parece una cabronada que todas las empresas exijan experiencia laboral, blablablá. Cuando a los 30 empiezas con tu primer empleo si tienes suerte, y ese empleo intentas no soltarlo hasta que puedas conseguir otro mejor.
Después, la lógica a mí me dice que vale, si los puestos de trabajo actuales ya están ocupados, habrá que crear, como sea, y por muchas fábricas de Coca-Cola, Mercedes, y demás multinacionales que sean, lo que necesitamos son pequeñas y medianas empresas (PYMES).
Pero lo han puesto jodido. Locales con precios abusivos, después impuestos por todos los lados, y además, tienes que poner, depende de qué tipo de empresa quieras crear (S.A., S.L., S. Coop., etc.) una cantidad mínima de dinero, más las reservas legales, más las estatutarias, más mil millones de cosas, para después, empezar, e intentar tener beneficios como sea.
Supongamos que la empresa empieza a obtener beneficios, pero es gracias a un dinero que ha ganado y que no ha declarado a hacienda. Llega hacienda, hace una inspección, lo descubre en cualquier base de datos (que encima, tiene derecho a copiar todo lo que se le ocurra, hacer firmar por la fuerza a gente sin leer siquiera lo que firma, entrar en una empresa pequeña un día cualquiera y prohibir a todos llamar, ir al baño o tocar cualquier cosa electrónica que tenga una base de datos, etc.) y te pone una multa desorbitada, te quedas sin empresa, tus trabajadores, sin trabajo, y ahora, ponte tú, con 50 años a buscar trabajo, que por mucho que tengas experiencia y todo lo que tú quieras, un chaval de 30 entrará antes que tú. Y tienes que seguir cotizando.
Bueno, lo de hacienda no me parece normal. Ahora mismo, un inspector de hacienda, es como un policía ante la ley, o sea, que su palabra va a misa, no importa lo que tú digas (que por cierto, en los tribunales, aunque jures y toda la parafernalia, ya dan por hecho que vas a mentir y te tratan como un criminal, tengas la mandíbula rota y haya testigos de que un tío te ha pegado una ostia con una barra de metal, o hayas denunciado a alguien por robarte una barra de pan, por ejemplo).
Sinceramente, en cuanto pueda, espero poder largarme de este país, aunque no espero encontrar algo mucho mejor, pero con esta justicia, esta educación (que aún no me he metido con ella, porque tengo para rato), y este Gobierno tan asqueroso que tenemos, es fácil encontrar algo un poquito mejor, y si no, me mudo a una isla desierta, o con los pingüinos.

Siete páginas (2.572 palabras, exactamente) , joder, hoy me he motivado demasiado.

Un beso a todos los que hayan llegado hasta aquí.

martes, 25 de enero de 2011

.

Adynata.

lunes, 24 de enero de 2011

Beatus ille.

¡Qué descansada vida
la del que huye el mundanal ruïdo
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!      

  Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio moro, en jaspes sustentado.           

  No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.               

  ¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado,
si en busca de este viento
ando desalentado
con ansias vivas y mortal cuidado?              

  ¡Oh campo, oh monte, oh río!
¡Oh secreto seguro deleitoso!
roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.                

  Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de quien la sangre ensalza o el dinero.         

  Despiértenme las aves
con su cantar süave no aprendido,
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
quien al ajeno abritrio está atenido.           

  Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.               

  Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto,
ya muestra en esperanza el fruto cierto.        

  Y como codiciosa
de ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.             

  Y luego sosegada
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo,
y con diversas flores va esparciendo.           

  El aire el huerto orea,
y ofrece mil olores al sentido,
los árboles menea
con un manso ruïdo,
que del oro y del cetro pone olvido.            

  Ténganse su tesoro
los que de un flaco leño se confían:
no es mío ver al lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.           

  La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna; al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.                   

  A mí una pobrecilla
mesa, de amable paz bien abastada
me baste, y la vajilla
de fino oro labrada,
sea de quien la mar no teme airada.             

  Y mientras miserable-
mente se están los otros abrasando
en sed insacïable
del no durable mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.           

  A la sombra tendido
de yedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.               



Vale, pues... El poema, archiconocido, de Fray Luis de León, y la foto, mía, se nota en la calidad y en... Todo, para qué engañarnos.
Y eso... Pan con queso.

Un beso (no me gusta nada la rima).

domingo, 23 de enero de 2011

Scars.

Allí estaba, quieta, con el presentimiento de que sabía todo de ella.

El ambiente se tornó frío y le dio la impresión de estar cayendo.
Ya no podía huir, se dio cuenta de que no podía y tampoco quería.
Aunque estaba hecha polvo, éste era polvo de hadas y sentía que su cabeza volaba cuando pensaba en qué quería él.
Le gustaba ir recogiendo piezas de un puzle cada vez más grande, que encajabas sólo de vez en cuando.
Se dio cuenta de que sería capaz de aguantar todo lo que él quisiese, y se marcó un límite. También pensó en un plan de ataque.
Debía hacerse imprescindible para él, que su aliento fuese el único aire que pudiese respirar.
Mekare estaba muy confusa, no sabía cómo proceder, lo único que tenía claro es que sería a través de sus palabras, o una mezcla entre las suyas y las de otros.
Pero no sabía en qué casilla de su juego estaba. Necesitaba saber si tenía posibilidades y recordó el ramo de tulipanes rojos.
No eran rosas, por lo cual el romanticismo típico quedaba de lado. No era el típico que te despierta con un beso.
Eran rojos, y el rojo representaba el amor, pero también la pasión.
Era un detalle bonito y fresco, pero también se planteó que sólo quisiera sexo.
Esto último lo descartó. Si era un sátiro pervertido, se hubiese dado cuenta antes. Sus escasas palabras, aunque lascivas, sólo la acariciaban, nunca nada más.
Pensó todo esto sin precaución alguna, inmersa en las heladas aguas de su cabeza.
Le seguía mirando sin apenas verle.
Se fijó en él. Estaba más arreglado que de costumbre.
¿Habría quedado con una nueva víctima o era por ella?
¿Quería decirle con todo eso que en el fondo la quería, o que por lo menos le interesaba mínimamente?

Paris seguía delante de ella mirándole a los ojos. Viendo qué le decían, sin prisas. Preveía que aún le quedaba mucho tiempo para mirar esos ojos marrones que tanto le decían.
En vez de pensar él por su cuenta prefirió seguir el hilo de los pensamientos de aquella mujer.
Notó, por primera vez en aquel día esa fragancia tan suya. Una de sus favoritas entre las muchas que ella llevaba. Tenía impresa toda su esencia, como si consiguiera captar cada resquicio de ella y expresarlo a través de los olores más etéreos.
El abismo que había carcomido su cabeza hacía momento estaba salvado, ya no le quedaba ninguna duda de que ella no le abandonaría.
Decidió romper completamente el silencio, y con ello, sus reflexiones.
Soltó de improviso un hola cargado de toda la emotividad que pudo, que, por la poca práctica, no fue demasiada.
Ella seguía callada, mirándole, como si el hola hubiese sido una imaginación.
Paris la invitó a andar e ir a algún bar. La veía temblando, y supuso que era de frío.
Los bares le agobiaban, pero hoy, por ella, quizás soportaría el agobio.
Se propuso ser, además de menos cruel con ella, un poco cariñoso, aunque sólo ese día.
Fueron a un bar que hacía esquina, al lado de donde estaban. Se sentaron dentro, lejos de la puerta, en un rincón lo más apartado posible de todo el mundo. Los dos del mismo lado de la mesa, en un banco, con la espalda pegada a la pared.
Ella pidió una cerveza, él, nada.
Seguía temblando, y él le ofreció su abrigo.
Hablaron de cómo les iban las cosas en la universidad, de lo horribles que eran sus profesores y poco más. Fueron temas triviales que acabaron.
Ella seguía temblando, y en un acto demasiado espontáneo, la abrazó.
Le abrazó fuertemente, como diciendo un “No quiero dejarte ir” que nunca sería pronunciado.

Oyó a lo lejos un hola. Era su voz, pero no llego a reconocerla del todo, era como si no fuese real en absoluto. Como si jamás hubiese pronunciado esas cuatro letras con tanta dulzura.
Él le tendió la mano, como invitándola a desfilar por una alfombra roja.
Estaba temblando, tanto de frío como por el nerviosismo. Había superado todas las pruebas que le había puesto. Acababa, por fin, de traspasar todos los muros que le había ido poniendo. Alambradas, saltadas bajo un fuego continuo, silencios tóxicos, y palabras que caían como ladrillos, de la nada.
Ya había pasado el peligro y lo que le quedaba era disfrutar de su compañía.
Fueron a un bar, ese que hacía esquina, ese que tanto le gustaba a ella. Era un típico bar antiguo en el que ponen música tranquila, pero a la vez era muy bohemio, como si todo lo que allí estaba estuviera sacado del surrealismo más puro.
Se sentaron en una esquina, lo más discreta y tranquila posible.
Se les acercó un camarero, y Mekare pidió una cerveza, esperando que él hiciese lo mismo, pero no pasó. Él no bebió nada.
Hablaron de temas súper triviales mientras ella seguía temblando. Jamás se había interesado por cómo le iban los estudios, aunque, ciertamente, nunca se había interesado por nada demasiado relacionado con ella que se saliese de sus palabras.
De repente, silencio. Los temas se habían acabado, ya no había más nimiedades de las que hablar.
Temblaba, demasiado. Esperaba algo con celo, algo que llevaba esperando demasiado tiempo.
En un segundo se encontró entre sus brazos, perfectamente encajada, con la cabeza apoyada en su hombro, mirando hacia su cuello. Sentía su aliento en su cuello, y guardó esa sensación como un preciado tesoro. Sintió el calor de su abrigo sobre sus hombros. ¿Cómo habría llegado hasta ahí sin darse cuenta?
Cada vez era más fuerte. Cada vez le acercaba más a él, como si a través de un abrazo sus miedos se fuesen a acabar y conseguirían llegar a desnudarse los dos. De mostrar esa virginal inocencia que guardaban, de poder, por fin, dejar los secretos de lado.
Ese abrazo le decía un “no me dejes nunca”, y ella deseo no hacerlo jamás. Pero permanecer así hasta que el tiempo se aburriese de contar segundos.

Bueno, he continuado la historia y por primera vez en mi vida, soy capaz de ir despacito, centrándome en detalles y no soltando todo a la vez, que podría, pero a veces es demasiado directo, y aunque no deja de ser sencillo, a mí me parece medianamente bonito, aunque sigue sin convencerme del todo.
Le falta algo.
Como si le faltase cocerse un poco más a fuego lento, como si aún el plato estuviese crudo y lejos de poder ser servido. Pero bueno, como no creo que vaya a hacer algo demasiado mejor, sigo subiendo esto, por subir algo.
Igual me presento a un concurso de estos de cuentos de mi ciudad, quizás tenga posibilidades de ganar algo, ya que mi ciudad es más un pueblo que otra cosa y la gente no se interesa demasiado. No tengo nada que perder y 500€ que ganar.
A ver si consigo inventar algo antes de que se me acabe el plazo, aunque seguramente se me pase, pero bueno, lo intentaré intentar (el infierno está lleno de buenas intenciones).
Y eso, que empiezo con la guitarra el miércoles, creo que es.
Y eso, poco más que decir… Que fui el miércoles a una ópera en Bilbao, me aburrió el argumento, pero las voces eran preciosas. A mis compañeros les gustó. Quizás yo esté acostumbrada a algo más complejo, ya sea en el argumento o en la música (orquesta), y ellos (que no creo que sepan distinguir las Cuatro Estaciones de Vivaldi, y la clásica les parece un coñazo para abuelos) les pareció algo magnífico, pero también estoy segura de que ahora mismo, si fueran a ver una ópera con todas sus letras, algo más pesada y no tan orientada a público de todas las clases, como por ejemplo alguna de Wagner, o una más light, como la Flauta Mágica, de Mozart, no les gustaría en absoluto (hablo generalizando, y sé que está mal hecho, pero me da bastante igual, aquí mando yo y digo lo que me apetece. Dictadura). Aún así, por muy interesante que parezca el resumen de la obra a priori, a posteriori, es muy simple. Chico enamorado, chica enamorada, se buscan, se fugan, y por muchos líos que quieran meter en medio, es lo mismo.
La ópera que fui a ver se llamaba L’italiana in Algeri.

Y eso, que ya me marcho a dormir un rato.