Creemos en nosotros,
aquí nadie reza.

jueves, 25 de abril de 2013

weom



miércoles, 17 de abril de 2013

Vr.


Me he dado cuenta de la farsa que es todo, de que si sigo aquí, entrando poco a poco en el sistema que tanto odio, me perderé del todo, seré un zombie más que no querrá hacer nada, una autómata que irá a trabajar todas las mañanas, que se odiará a si misma y que nunca podrá ser feliz.
He pensado en qué me hacía feliz, en qué me gusta, y he visto la lengua.
Que esté haciendo algo relacionado con ella no significa nada, que la estoy conociendo más, que sé qué es un deíctico o x figura retórica y sepa reconocerlos, pero, ¿yo para qué necesito saber eso si lo que quiero es escribir? Nadie me está enseñando un estilo bonito, o una forma de hacer figuras, es una ciencia de la lengua, y yo lo que quiero es aprender a ser una persona crítica, que tiene su estilo propio y que está bien, que está aceptado. Mucha gente me dice que escribo bien, que les gusta cómo escribo, y yo en los textos que leen no veo las marcas de Lorca, o de Neruda.
¿Qué significa escribir bien? Yo lo veo como un distanciamiento del resto, una emulación, natural, de otros. Las palabras son de todos, ellas no cambian, pero sí cambian la forma de ser utilizadas. Saber elegir momentos para meter un lo siento a tiempo, y no quedarse callado cuando tienes que decir algo y no saber cómo decirlo. Esto no lo he aprendido en ninguna clase, ni en ningún libro que he tenido que estudiar, sino en una canción de un grupo de rap llamado folie à trois, decía esto: “Me dijo una gitana que un día palmas y lo que no hayas dicho te lo llevarás contigo para el nicho”.
Lo que quiero decir es que para lo único que me sirve la carrera es para conocer gente que veo innecesaria en mi vida y al final de ella tener un título que diga que sé algo, pero que ni siquiera sabré, porque no me interesa, y no veo necesario ese conocimiento, sí saber dónde encontrarlo. Esta distinción viene de un capítulo de no sé qué libro que jamás leí entero, y ahí decía que el conocimiento era de dos tipos, el que tienes dentro de tu cabeza, o el que sabes dónde encontrar.
Creo que el conocimiento debería hacernos felices, libres, y yo solo veo más barrotes. Y me agobio, y me frustro y no puedo hacer nada, porque vaya por donde vaya dentro de mi cabeza, finalmente veo un cartel que pone “No puedes pasar”, y barreras, muchas, que yo sola no voy a conseguir saltar, y que la gente que voy conociendo aquí, tampoco me ayudará.
Me he metido en un sitio que es completamente contrario a mí, y eso se nota. Se ve simplemente con las ideas con las que ellos están de acuerdo y yo no comparto y discutiría sin ningún miedo. Pero aquí tengo miedo, porque soy yo contra una institución, no son personas, son números. El nombre “numerario” me parece un nombre cruel, evidencia que son uno más dentro de un conjunto. Respeto a quien quiera meterse ahí y ser uno de ellos, completamente. El problema es que ellos no me respetan a mí por pensar distinto, y por eso tengo que callar.
Los medios de comunicación en los que me hacía tanta ilusión trabajar son una farsa. Me gustaba el papel de denuncia social que tenían, el poder de ellos, pero su poder ha muerto y solo son un arma más de un gobierno que pierde la democracia por momentos porque no hay nadie que denuncie sus comportamientos. La población está descontenta, y se mueve, y lucha, y no les importa recibir ostias si consiguen algo, pero ese algo se vota en las urnas cada cuatro años, y volvemos a lo mismo, a un partido que promete mucho y que hace poco.
Esa es la gran contradicción que tengo metida en el pecho ahora mismo sobre mi futuro profesional. Yo quería denunciar, intentar cambiar las cosas, y me he dado de lleno contra un campo de fuerza que es necesario tirar, pero que pocos saben que está ahí.
He aprendido muchas cosas, muy interesantes, pero no soporto más esta contradicción, ni en el futuro, ni en el presente. Me siento sola luchando contra mí misma en un intento de no perderme, y, de verdad, no puedo más. Estoy cansada de que mis ideas no cuenten, de ver manifestaciones y no poder meterme por miedo a que me echen de la universidad y decepcionar más a mis padres.
Pero necesito ser egoísta y dejar esto. Habrá una bronca, enorme, pero el final espero que vaya mejor.
Eso no significa que me rinda, ni con la universidad, ni con el periodismo, sino que ahora no puedo luchar contra esta universidad.
Intentaré aprobar todas las que pueda, lo prometo, pero no soportaré tres años más igual que este, igual que el anterior.
Mi vida no es un teatro y yo un espectador que se ríe. Es mi vida, y yo no soy una actriz del reparto.

Ch.