Creemos en nosotros,
aquí nadie reza.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Y cómo no.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Muchos cigarros por fumar.

Ella estaba dormida, tirada en la cama. Había estado mirando el reloj hasta las 4 de la mañana, pero no importaba, había poco que hacer al día siguiente y ningún motivo para madrugar.
A las 9.36 sonó el teléfono, y ella se despertó, despacio, saliendo de las redes de Morfeo poco a poco, llamada por esa vibración. Supo en seguida que era el móvil.
Ese número de publicidad, de a saber qué compañía que le llevaba llamando todo el día anterior. Lo cogió, y su voz sonaba débil, suave y dulce. No sabía que era de publicidad. Al otro lado de la línea, hablaba un hombre, ya despierto desde hacía rato, con una voz preciosa y acento gallego. Supo que quería conocer a aquel hombre, volvió a notar esa sensación, ese hilo que tiraba de ella hacia algún sitio.
Él empezó a hablar, mientras ella trataba de despertarse del todo. Era un aviso sobre el móvil, explicado con bastantes más palabras de las que necesitaba para entenderlo, pero le dejó hablar. Le gustaba oírle, quizás más, porque sabía que eso acabaría en momentos.
Pensó en él, en que le quería decir lo bonita que era su voz, y agradecerle que le hubiera despertado. Pero no pudo, era demasiado cobarde, no quería arriesgarse a ser rechazada, en su cabeza danzaba la posibilidad de que ni se hubiera fijado en la voz que tantos hombres alababan, que solo escuchaba distraído, centrándose más en el contenido que en el tono. Para él, era solo su trabajo, hablar con gente. No cabía la posibilidad de enamorarse de una voz.

Pero, para ella, que se enamorada unas tres veces al día, esa había sido la primera.