Creemos en nosotros,
aquí nadie reza.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Otoño.







jueves, 25 de septiembre de 2014

Y cómo no.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Muchos cigarros por fumar.

Ella estaba dormida, tirada en la cama. Había estado mirando el reloj hasta las 4 de la mañana, pero no importaba, había poco que hacer al día siguiente y ningún motivo para madrugar.
A las 9.36 sonó el teléfono, y ella se despertó, despacio, saliendo de las redes de Morfeo poco a poco, llamada por esa vibración. Supo en seguida que era el móvil.
Ese número de publicidad, de a saber qué compañía que le llevaba llamando todo el día anterior. Lo cogió, y su voz sonaba débil, suave y dulce. No sabía que era de publicidad. Al otro lado de la línea, hablaba un hombre, ya despierto desde hacía rato, con una voz preciosa y acento gallego. Supo que quería conocer a aquel hombre, volvió a notar esa sensación, ese hilo que tiraba de ella hacia algún sitio.
Él empezó a hablar, mientras ella trataba de despertarse del todo. Era un aviso sobre el móvil, explicado con bastantes más palabras de las que necesitaba para entenderlo, pero le dejó hablar. Le gustaba oírle, quizás más, porque sabía que eso acabaría en momentos.
Pensó en él, en que le quería decir lo bonita que era su voz, y agradecerle que le hubiera despertado. Pero no pudo, era demasiado cobarde, no quería arriesgarse a ser rechazada, en su cabeza danzaba la posibilidad de que ni se hubiera fijado en la voz que tantos hombres alababan, que solo escuchaba distraído, centrándose más en el contenido que en el tono. Para él, era solo su trabajo, hablar con gente. No cabía la posibilidad de enamorarse de una voz.

Pero, para ella, que se enamorada unas tres veces al día, esa había sido la primera.

lunes, 21 de julio de 2014

d.

Escuchaba sentada, mirando la noche, a lo lejos, el reloj. Escuchaba pasar los segundos, cuando de repente, escuché una respiración a mi lado.
No era ni mucho menos la que llevo tiempo esperando sentir cerca mío. Esa respiración tranquila, de saber que alguien duerme a tu lado. Es cruel pensar que me sorprendí pensando en él, como siempre. Esperando girarme y encontrarnos tendidos en la cama. Girarme y ver sus ojos cerrados, ver paz en tiempos de guerra.
Pero no, no era él, ni estaba en una cama. Nos separaban kilómetros de dura realidad.
Aún así, miré a mi perra, dormida, acurrucada en su cama.
Tenía los dedos jugando con su pelo, corto, negro azabache. Sus ojos me miraban, mientras, lentamente, se notaba el peso de Morfeo en ellos.
Soñaba con que fuera su cabeza, su pelo, sus orejas, su cuello, sus labios, sus latidos. Todo su cuerpo, al alcance de mi mano. Pero eran solo eso, sueños.

lunes, 16 de junio de 2014

Db.


"No le busques explicación pero mi corazón palpita"

No sé qué me pasa. Ahora todas las canciones parece que hablan de él. Es tan jodidamente absurdo que asusta. Tío, podría haberse ido sin decir nada, pero esa última conversación fue la que me hizo darme cuenta de lo que estaba echando a perder. 
Ahora solo me queda releerla, esperar que vuelva.
¿Y si no regresa nunca?
Ostia, joder, es que no soy capaz de pensar en qué pasará dentro de unos meses. Y no sé qué hace sentirme mejor, la idea que quizás le olvide, o que nunca le conseguiré olvidar, y algún día tendré los cojones de llamarle y pedirle que vuelva, y entonces estamparme con el no. ¿Y si es un sí? Entonces, ¿qué? Volver a lo mismo, a estar jodidos por la distancia, por la falta de confianza.
Echo de menos cosas que echaba de más. Sus silencio antes me enfadaban, y su respiración era el mejor sonido que he escuchado nunca junto con su sonrisa.
Saber que sonreía. Tío, es que la mera idea de verle sonriendo me hace sonreír, y luego llorar al saber que no está en mi cama.
Es que no sé cómo describir la sensación de haber perdido a la persona más importante que he conocido. Es como si faltase algo, como si hubiese un hueco enorme en algún sitio, ya sea de mi cabeza o de mi corazón, o de ambos.
Buscaba más clavos que sacarme, pero tío, es que ninguno caló tanto en mi alma. Y, ¿qué sé de ti? Y, ¿tú qué sabes de mí?
Igual es ese misterio el que me intrigaba, que me descolocaba. El no saber cómo iba a reaccionar, que todo fuese nuevo, ir con cuidado, pensando todo, y a la vez dejándome llevar por su voz.
Escucho los temas que él me pasó pensando estúpidamente que él los escuchará también, como si me fuese a unir algo a él, ¿sabes?

Dejaría y daría toda mi vida por estar con él. Por hacerle sonreír. 
Igual en otra vida.

martes, 10 de junio de 2014

Dear D.

Aún recuerdo esa sensación de hace unos meses, medio año, yo qué sé, de hace tiempo. Y allí se quedó, porque no me he vuelto a sentir igual de especial nunca.
No he hablado de él, D. Quería que fuese algo que guardaba dentro, mío por siempre. Como un secreto bien guardado. Como un golpe que no deja cicatriz.
Hubiese sido perfecto, quizás si hubiésemos sido otras personas. Él con su mierda y yo con la mía, llorando por todas las putas esquinas. Faltaba entereza, o quizás lo que faltaba, era ponerle algo de cabeza.
Pero, tío, es que me hacías tan feliz. No había silencios incómodos, aunque sí demasiados silencios. Faltaban palabras, besos, sonrisas… No sé, faltabas tú en mi cama, haciéndome sentir bien.
Y ahora que se acaba, después de tantas despedidas, aún no me acostumbro a que te vayas.
El "Tuya" de mis costillas va por ti, por mis errores. Para aprender de ellos, y de los anteriores. Pero cambié la P por una D en mis llantos, y ese "Tuya" te pertenece más que a cualquier otro.
Pensaba que no te echaría ya de menos, que me había acostumbrado a que me dijeses adiós y volvieses al cabo de un tiempo. Pensé que sería capaz de soportar la idea de no poder hablarte cuando quisiera, pero me estoy muriendo por oír tu voz.
Hay tantas putas promesas que hemos incumplido que ya no las puedo contar con las manos. Rebuscando entre las palabras para sentirnos mejor al romperlas. Pero, ¿sabes qué? No creo que pueda olvidarte nunca. Has pasado a estar a la altura de mi abuela en mi cabeza.
Espero de verdad que todo te vaya bien.

martes, 29 de abril de 2014

Don't call me baby.

Hoy he dormido mal. Con una palabra en la cabeza y unos cuantos más pensamientos sin forma (así es mi cabeza, como una nube de todo liado que salta de una cosa a otra, formando una maraña de vapor).
Vietsito. Me sentía bien por esa palabra, que probablemente solo significa algo para mí, y para él.
Me hace sentir bien, él, con su voz. Me hace ser feliz al recordar que fui capaz de poner de mi parte para conseguir algo que el corazón me decía que buscase. Por una vez, le seguí, y me moría de vergüenza porque mi cabeza decidió que era una estupidez.
Quizás su voz simboliza para mí el éxito de dejar de lado por un momento mi cabeza y seguir mi instinto.
Quizás, quizás, quizás. Mis entrañas. Mi corazón. Mi alma. Toda esa mierda que te hace hacer cosas porque sí (cómo odio esto).
Hoy he ido a Correos, a iniciar en el té a un amigo. Y he visto a un tío que cojeaba, como él, como P. Me ha dejado helada, pero he necesitado salir corriendo detrás de él. Decirle la locura que era todo eso, decirle que le invitaba a un café con mis dos escasos euros. Y hablar con él.
Pero no he podido. Me he quedado quieta, sentada, asustada. Faltaba poco para hacerme una bolita en el suelo y ponerme a llorar.
Ha sido tan jodidamente fuerte esa sensación, era como un hilo que me tirase del pecho hacia él, y lo he cortado, por mí, porque no soy lo suficientemente valiente como para hacer algo, como para dar el paso a algo desconocido.
Soy una cobarde.
Mi turno. Y él se acabó. Pero su mirada sigue clavada en mi alma. Igual que el chico de la grulla. A los que jamás me atreví a hablarles. Por vergüenza. Porque me siento mal conmigo misma.
Porque odio cada cm de mi ser y creo que no tengo nada que ofrecer.
Quien sabe si el azar me pone a prueba, dejándome al alcance de mi mano gente con la que hablar, con la que compartir lo que sea. Como si confiase en que yo seré capaz de hacer algo.
Y vuelvo a perder oportunidades. Cerrando puertas, ventanas, y resquicios. Cualquier hueco por el que podría entrar algún rayo de luz.
Pero dio igual. Seguí sonriendo, siendo amable. Intentando parecer que estoy entera, mientras mi cabeza, mi alma, mi ser, mi algo se iba resquebrajando.
De verdad que intento ser amable, pero es llegar a casa y ver el odio en la mirada de mi compañera, y me derrumbo.
Pero me consuela saber que por lo menos, no le soy indiferente. Me siento importante al saber que piensa en mí, aunque sea para desearme la muerte.
Pero él, considerar amigo a una persona, y que te digan que tú no eres nada… Duele.
Puta indiferencia.

Puta vida, vida sin fuego. ¿Sobreviviendo? Sobremuriendo. Quiera Dios soplar estas cenizas.
"The rain will come, right before the sun shine" Cry, baby, cry. Santana.

lunes, 7 de abril de 2014

Tlk.

      I wanted to be beautiful. I whispered words of sirens into my skin, drank peaches and apricots and bathed in tears in hopes that their sadness would absorb all of my own. Through osmosis, I learnt of the white teeth. How heartbeats meet backseats and innocence becomes a thread broken by desire. Pain. Illusion. 
      I thought that beauty would lead to happiness; that being with the beautiful people would cleanse me of my imperfections. But they were just porcelain dolls with cracks in their mirrors. 
      Running for miles and miles in bare feet, I could feel the blood pooling in my mouth, the beauty damning. Whispers and whispers, tears and tears and rips in the flesh.
      I see my mother, whispering, telling me its alright and I am a child again. I am four years old, eating lipstick, running in the rain. The beauty floats down into my hand, a butterfly in the middle of an enclosure, vibrant blue and full of poisons. Capture it, hold it, absorb it. The beauty. A pinnacle of something unreachable: an oxymoron in itself. 
      Pretty and deadly, a serpent in my mouth, I hold my tongue in desperation. The beauty, it has taken my mind from me. I am a conjunction, the join between this and that, never the subject, never the destination of a sentence. Adam and Eve come to me when I’m sleeping. They explain the apple, but I do not understand. Their guilt seeps through their pores and drips onto my pillow like tears. I cry in desperation, and I cry in solace. 
      There is an irregular beat to my heart. Every few moments, it stops. I can hear my lungs screaming at me to breathe, but I am safe here. Waves lap my hair, an ocean of tears dragging me under. I smile at the surface, but no one sees when I’m eight feet under my own sadness. 
      I’m trying hard to start swimming, but my feet are made of lead. I sink. The water laps over my head, suddenly I’m breathing corpses. Flowers float past my hair, and I reach out to catch them in my hand. They are always just out of reach, beauty running past my fingers, leaving me to gasp for air as I watch it drift away.
—   Beautiful by Annie Carroll

sábado, 5 de abril de 2014

Talk to me.

Lejanas, efemérides.

Escarcha, cocaina, horas, oasis.

Donde, estoy.

Mediocre, exilio, no, os, sabeis.


viernes, 28 de febrero de 2014

"Cuando te escucho, me inspiras mucho."


"Cuando tenga algo que decir por esta boca seguro que son malas épocas."

Nunca me cansaría de escucharla. Me habla de mí, de él, del día a día. De cómo bajando las escaleras yendo a cualquier sitio, podría descubrir cosas en ella en las que no había caído antes, y este mismo hecho es decisivo, porque en una acción tan cotidiana puede haber algo nuevo. 
Me busco formas para salir de la rutina, de alguna forma. Me empujo a salir de la cama, a decir que estoy bien, a sonreír, a pesar de que pienso en todos ellos.
En ellos y en los filósofos. ¿Qué sabrán ellos de mí? Nadie parece entender nada. Nadie parece poder explicarme mis huecos vacíos. Y sin entenderlos, es imposible llenar nada.
Quizás por eso no soy capaz de entender muchas cosas que parece que el resto entiende. Eso, o que yo he rascado los bordes, y ahora las piezas que les sirven al resto, se quedan pequeñas en mis huecos.
Y necesito entender más, saber más, pensar más, leer más. Hablar más.
Hablar más.
Hablar más.
Me refiero, hablar de cosas interesantes. Hace meses que no tengo una conversación decente. Parece que aburren a todo el mundo. Menos a él. Joder, es que con él podía hablar de lo que quisiera. O no hablar de nada, daba igual. Con él todo era distinto. Entendía cosas sin siquiera ser pronunciadas.
Porque me hacía pensar.
JODER. Cómo hecho de menos que alguien me haga pensar. 
Eso me aburre de todo ser humano cualquiera, que no me hace pensar, en nada. Podría arrancarme el cerebro y seguir manteniendo la misma mierda de conversación.

Pero estoy feliz, de alguna forma. No es una conversación, o no un diálogo, sino un monólogo explicando cosas. ESO, cosas. Cosas de verdad interesantes. Cosas que te hacen estremecerte.
Aristóteles dijo que las tragedias (vamos, teatros pero con un tono serio, no comedias) debían hacer, por medio de la acción, que algo en el interior del oyente cambie. Me explico, una persona cualquiera va al teatro, y le plantean una situación x con la complejidad que sea, y él de eso aprende. Algo en su interior ha cambiado.
Una puta catarsis.
CATARSIS.
Purificación del alma por medio de la naturaleza.
Veamos, cuando algo se purifica, según muchas ideas, es que evoluciona hacia un punto, hacia el bien, ¿no? Esa evolución es a la que se refería Aristóteles, o eso creo.
Pero no es justo, ellos tenían tragedias como ayuda.
Remontándonos un poquito más en el tiempo, Sócrates no dejaba de hacer preguntas. De todo tipo, de lo que fuese. Joder, y si alguien te pregunta todo el rato ahora mismo, es molesto. Un niño con sus por qués es molesto. De facto, se le llama la época, o algo así. Y, ¿qué explicaciones se le dan? SIMPLES.

¿Por qué coño creemos que los niños no son capaces de asimilar la información? Vale, procesos de aprendizaje, blablablá. Son esponjas, si preguntan algo, qué menos que intentar explicárselo bien.
Igual es que les faltan los conocimientos necesarios a los padres, pero me parece que el cansancio es una excusa muy mala para no dar una respuesta decente.
Me refiero con respuesta al típico "porque sí". Otra forma de hacer más grande al niño es fomentando su imaginación.
Pero cómo coño va alguien a hacer eso en una época en la que se receta Ritalín a cualquier niño.
Eso me revienta, los niños son movidos por que son niños. Quitarles la vida de esa forma me parece cruel. Si no quieres un niño, ponte un condón, pero no le hagas eso, por muy cansadx que estés de que no se vaya a la cama.
El fracaso escolar no viene de que el niño sea movido, sino de que el niño está desmotivado. Y como para no estarlo. Vamos todos al paro, pero claro, los estudios son importantes, y a la vez no sirven para nada.
Veo el desplazamiento de la educación. Todo lo que antes se enseñaba "en casa" ahora se debe enseñar en la escuela. Los padres parece que no ejercen de padres más que para decir al niño que se calle y que se porte bien. Ostia, que he llegado a oír amenazas como "Si no te portas bien, se lo diré a la Seño".
Y luego se sorprenden de no tener autoridad sobre sus hijos en la adolescencia.
Qué estupidez todo.

Catarsis, sí.
Aristóteles también hablaba de una unidad. Pero una unidad siendo algo complejo. Por ejemplo, el universo, que en teoría es uno, pero está formado por muchas otras cosas.
Yo me he imaginado eso. Pero he pensado luego, inevitablemente, en las teorías que intentaban unificar la relatividad general de Einstein y la mecánica cuántica.
¡Átomos! Ellos no entienden de tiempo. 
Vamos, que esto podría aún no haberlo escrito estando tú leyéndolo.
También pensé en un cuento en donde el tiempo sea como para los átomos. Irrelevante completamente.
Joder, pero es algo complicado. Juegos temporales. Podría hacerse con el hecho de escribir y leer. Narrar algo como si ya hubiese pasado, pero aún quedan varias horas para que pase. Pero al volver sería como un adelantamiento en el tiempo, o ese comienzo sería un flashback.

"Contigo el vacío era hasta bonito"


Igual con la supresión de los actantes que hacen evolucionar la acción baste. O no. Yo qué sé.

Él me habló de un libro de un tío que dejaba de escribir, y al retomar, escribía cosas completamente distintas a lo anterior. Pero joder, ahí el actante es la propia psicología del autor.
¿Por qué coño el corrector me corrige actante todo el puto rato?

¿Se puede creer y no creer algo a la vez? Es algo que me llamó la atención en el libro "El nombre del viento" (altamente recomendable). Estaban Kvothe y su maestro, y éste le decía que debía creer que la piedra que sostenía en la mano, al soltarla, no caería. ¡Pero la lógica dice que caerá! Yo creía, estaba convencida, de que no caería, pero esa convicción es distinta.
Maldita verosimilitud, qué puta es cuando juega con las cabezas de la gente.
Ese hombre, al que se le ocurrió esa idea, es un genio. Patrick Rothfuss.
Está el en un pedestal, junto a Zafón. Y luego tengo muchas tumbitas en mi cabeza, recordando a muchos clásicos.

Otra cosa de la gente que no soporto es la hipocresía.
Tengo tres compañeras de piso, dos son mayores que yo y una menor.
Les he perdido la mitad del respeto a todas ellas, y por completo a una de ellas. El otro día entró una en mi cuarto a decirme que bajase la voz, que tenía examen al día siguiente y no le dejaba dormir.
Vale, por mi parte está mal, pero ella me despierta todos los días con sus gritos, y cuando estudio, está gritando. Al principio intentaba no hacer mucho ruido, pero después de esto, pasé, y me reía en su cara.
Pero no suficiente con esto, despertó a las otras dos, y se fueron al salón (con examen al día siguiente, repito) a hablar de yo qué sé, ropa, zapatos, algo así, trivial.
¿Es algo normal? Puede ser que mi lógica no alcance tal nivel de complejidad (oh, por favor, si son como amebas) y esto se me escape, o, ¿es completamente absurdo?
Pero hay más, me apagaron el internet, como un crío enfurruñado. Les dije que ya bajaría la voz, su respuesta "Pero no te pongas chula". A ver, pero ¿qué cojones? ¿En qué mundo decir lo que ellas quieren que haga y un "lo siento" es ponerse chula?
Recuperé el internet.
Al día siguiente, BUENOS DÍAS, PRINCESA, a grito pelado. Yo con un dolor de cabeza que me dejó planchada toda la mañana. A la hora de comer, hablando alto (que les oía desde mi cuarto, que es el que más lejos está del comedor), y les dije que bajasen la voz. Ni puto caso. A la tarde, igual, y eso fue ayer, hoy igual. Pero eh, que me dicen que ellas no hablan alto. A VER, retrasada, que si tú me oyes a mí, que no hablo especialmente alto, yo voy a oír tu puta voz aunque me encierre en un búnker.

Tenía que decirlo. Para recordarlo y reírme dentro de unos años (por favor, porfi, porfi, que me haga gracia en algún momento de mi vida, porque ahora les pegaría con la mano abierta).

"Estoy follando con tu hermana. Zoofilia"