Creemos en nosotros,
aquí nadie reza.

jueves, 30 de septiembre de 2010

A veces.


Hoy es mi primer día de dieta, a ver si aguanto haciéndola más de un par de meses y consigo bajar algo, más que nada para sentirme bien conmigo misma y no morirme todas las mañanas al subir los 4 pisos de escaleras que debo subir para llegar a mi aula.
Hoy me duelen las piernas, me he tenido que subir andando a casita y no es precisamente corto el recorrido, ni las escaleras… Y en ese tiempo me ha dado tiempo a pensar, como no, en mis chorradas.
El otro día discutiendo con mi madre, yo estaba intentando argumentarle algo, y me saltó con que me dejase ya de excusas. Lo que me llevó a preguntarme si los argumentos son excusas. Aún no he encontrado una respuesta que me guste, pero aún así sigo pensando en lo mismo.
Tengo frío. Lo odio. Se me quedan las manos moradas y parezco más que nunca una muerta (qué guay es mandar horas y horas de sol abrasador a la mierda).
No tengo gran cosa que decir, es simplemente hablar para quien quiero y a la vez no quiero que lea esto se aburra y deje de leer de una puta vez, pero nada, si lo consigo sí que le mandaré a la mierda y me darán igual las horas colgada del teléfono, que si ha leído hasta aquí y no sigue por aburrimiento, será por algo, y me habrá estado mintiendo unos, tres cuatro años. Pero bueno, qué más da. Al final el permanente rojo se me acabará.
Y por último…
Supongo que esto no lo leerás, pero si lo haces, felicidades, sabrás cómo hacer que vuelva a confiar en ti.
Sabiendo que lo que me jode es que hayas desaparecido cuando más te necesitaba (no estoy siendo melodramática, es verdad, estos últimos meses han sido horribles, y la única persona que me escuchaba no llegaba a persona y se llama viento, a veces contestaba y a veces no, quizás sea que sólo habla cuando tiene algo que decir), supongo que, si me conoces como dices conocerme, sabrás que lo único que quiero es que lo intentes, no que te humilles ni mucho menos, sino que perseveres. Ésa, para mí, es la única forma de saber que en realidad te importo un poquito (y sé que no pasaré de un poco).
Ale, ya tienes tu respuesta, por lo menos a una pregunta. La de qué tal te queda bastante para que te la responda con sinceridad, o que siquiera me digne a contestarla.
Aún así, tienes lo que querías, otra cosa es que sepas que está aquí, que eso ya es tu problema, no el mío.

En fin.
Ese. Esa. Esos.

1 comentario:

A veces los pensamientos vuelan tan alto que son prisioneros del sol.