Creemos en nosotros,
aquí nadie reza.

lunes, 4 de diciembre de 2017

Manifiesto que

Últimamente me siento muy juzgada por pensar de una manera distinta al resto. Quizás eso del poliamor pueda ser interpretado como una moda pasajera, que la monogamia es la verdadera clave de la felicidad. Pero este argumento me parece tan trillado... Como si una impresora repitiera la misma hoja una y otra vez. 
Sé que mi felicidad nunca estará condicionada por otra persona. Es como el lenguaje, que suponer que determina nuestra forma de pensar es incorrecto, solo nos guía, nos hace ver determinados aspectos que quizás otras lenguas no ven, o ven de otra forma.
Hay un montón de mitos, de medias verdades alrededor de las relaciones. Están lo de media naranja, alma gemela, y demás tópicos que en su momento tendrían sentido, pero yo no me siento la mitad de nada. Me siento una persona completa con una personalidad que no necesita de una única persona para crecer.
Últimamente he aprendido que aprendemos en sociedad. Que somos en comunidad. Limitar nuestro aprendizaje a una persona sí que puede hacer que nuestro conocimiento sea parcial. Imagina un niño con un único padre que no sale de casa, que no tiene relación con nada más. Me parece lógico pensar que el niño tomará como modelo al padre, y solo a él, porque no tendrá más modelos, solo habrá una opción. ¿Por qué parece tan lógico y socialmente aceptable tener muchos amigos? ¿Por qué solo una pareja?
¿Qué diferencia se establece entre una relación de pareja y una de amistad? Parece que la única respusta es la atracción sexual, y la voluntad de practicarlo (porque se ve aceptable que te atraigan varias personas).
Yo no pienso en estos términos. Para mí el sexo o la atracción física está casi en segundo plano.
Empecé a llamar hace algún tiempo a lo que busco como "conexión". No sabría explicarlo, pero es casi como vibrar a la vez y en la misma dirección, entender a alguien, que haya sinergia. Quizás haya atracción sexual, o quizás no, pero para mí lo importante de una relación es esta conexión, que, en mi opinión, es mucho más potente que una relación sexual.
Por otra parte, estas conexiones no son fáciles de conseguir. Se necesita una capacidad de comunicación y de interpretación que pocas personas están dispuestas a poner en práctica. Por otra parte, también sinceridad total en la comunicación, pero no solo con la otra persona, sino contigo mismo. Se necesita un autoconocimiento de uno mismo, de las necesidades de cada momento, del estado de ánimo y cómo sobrellevar distintos momentos. Por ejemplo, hace relativamente poco, experimenté un estrés muy fuerte, con casi depresión por la incertidumbre de mi futuro, pero era completamente consciente de que eso estaba afectando a mi persona y cómo me relacionaba con el resto. Sabía que necesitaba espacio y lo comunicaba como tal. Otra cuestión es qué hicieran el resto de personas de mi vida, por supuesto.
Hubo alguien que esta situación la supo afrontar conmigo, apoyándome justo como necesitaba, y otros que no supieron manejarlo y se hundieron por la imposibilidad de entenderme. Ahí entraron los prejuicios y, a partir de ahí, la salvación no se da si uno no se esfuerza un mínimo.
Entonces, veo una oposición muy fuerte entre una tipo de relaciones cuyo foco es el sexo, y otras cuyo foco son las conexiones. Limitar el número de personas con las que conecto es limitar una parte de mí, por necesitar nuevas experiencias (que no necesariamente sexuales) y nuevas conexiones. Me da la vida conocer realmente a alguien, sentirme próximo a él o ella (y no me atraen físicamente las mujeres, pero puedo conectar con ellas).
La sociedad parece ser consciente de esto, y las parejas convencionales tienen mecanismos para que esto no suceda, para que una pareja no pueda conectar con otra persona y se vaya con ella. En su mayoría, son los celos los que preservan esto, pero yo veo detrás de esto inseguridades, y miedo de estar solo. Coartar la libertad de alguien para que no se vaya es algo aceptable socialmente, pero no para mí.
Entiendo que hay personas naturalmente monogámicas, de verdad que sí. Quizás en estas relaciones no haya nada que coarte la libertad de nadie, que los miembros de la pareja puedan conectar con otras personas. Pero, basándome en mi experiencia, en muchas relaciones se dan por supuestas muchas cosas, se empieza a hablar de derechos y obligaciones sin siquiera haberlos establecido realmente, porque falla la comunicación en ese aspecto. Porque es un molde conocido, en el que, quizás haya gente que encaje, pero otros no, y los que no, somos constantemente apaleados con el mazo de la norma para entrar en algo que no se amolda a nosotros y nosotros no queremos amoldarnos a ello.
Para mí, una relación basada en las conexiones implica hablar todas estas cosas, hablar sobre los límites, sobre las necesidades, sin dar por supuesto que uno entrarán en el molde cuando puede no ser así.
Sé que demonizo las relaciones monógamas, aunque es solo aparentemente. Demonizo mis relaciones anteriores porque en su mayoría me hicieron sentir como una zorra cuando yo hablaba de conectar con otras personas incluso antes siquiera de dejarme abrazar. Demonizo esos comportamientos territoriales conmigo. Demonizo esa falta de comunicación, y esa falta de ententimiento. Demonizo el poco esfuerzo que pone mucha gente para conocer a alguien realmente y saber si encajas o no en su vida, en su forma de pensar. Demonizo muchos comportamientos precipitados por el miedo a la soledad.
A todos ellos, les pregunto, ¿cómo esperáis que nadie os quiera u os llegue a conocer si no os queréis u os conocéis vosotros mismos?