Creemos en nosotros,
aquí nadie reza.

sábado, 20 de diciembre de 2008

Seditio.

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Silentium.

Beso tan solo el silencio,
Oigo un ruido que me hace despertar
¿Qué es?
¿El sigilo que se acomodo en mi garganta? o… ¿tal vez las palabras que jamás salieron de tu boca?
Miento con cada palabra que te digo, y solo el silencio sé expresar.
Tengo ansias de aprender a hablar o dejar que el sigilo diga lo que nadie jamás supo enunciar.

Me quemo. Me quemo.
Tan solo es hielo.
Me realiza paulatinamente el fuego.

Las incesantes agujas del reloj marcan el cauce del agua.
La luna dicta el fuego, el sol no es más que escarcha.

Tengo ganas de llorar, gritar… desgarrar el hilo del alma en un grito, con una lágrima, con un susurro…
Calma el continuo sollozo que de mí brota, con una voz distante… tan callada…

Mudo ruido que son mis palabras.

¿Me dices amada estando olvidad?

¿Qué es el recuerdo? Tan solo un momento que tu corazón guarda.

Herida de Medianoche

La niebla ha usurpado todo y no se ve nada,
Sólo algunos puntos en el horizonte que danzan,
¿Qué son?
¿Sólo una ilusión?

No sé. ¡No sé!
No soy capaz de ver nada.

La gran herida abierta se hace cada vez más inmensa,
 y solo siento el dolor de un tumor que crece en mi corazón.

Es triste ver como se escapa mi vida.

 Es triste ver como mis deseos se evaporan, convirtiéndose en delirios de medianoche.

El sueño huye de mí, alegando que es por mi bien.
El inmenso y horrible día me hace cada vez más daño.

Me gusta la noche porque las estrellas me ayudan a calmar mis penas.
Tengo miedo,
Miedo de caer; como ya sucedió una vez.

La burla constante del destino juega en mi contra, mirando y calculando cual será el momento para hacerme tropezar y ya no dejarme levantar.
No puedo caer más bajo.

Soy una enferma.
Soy una mendiga.

Maldita enfermedad.
Tumor mortal;
Eres el que desgarra mi alma.

Virgen recuerdo hazme crecer entre las últimas quimeras del atardecer.
Hiela el silencio que acaba de nacer.

Manos de humo

Me agarro a unas manos inexistentes que se quieren forjar con tu fuego.
Las cadenas de un libro perdido donde Dios destierra a Lucifer de su trono por la avaricia de un beso.
Exorcizo el haz de sentimientos hasta que solo quede bondad,
Miento cada vez que te digo odiado, y me arrepiento al no decirte la verdad.

Siento como me mientes,
Me lo dijo el viento.
Bajo la lluvia, llora hojas secas que recoge de los árboles melancólicos.

Intento hacerme un corazón nuevo para no tener que robar el tuyo.

Muero en el éxtasis de una palabra que jamás me dedicaste.
Sucumbo en mis sueños de tenerte algún día entre mis brazos.

Y me sigo aferrando a esas manos de humo que tocan mi espíritu como si fuese mi piel.

jueves, 18 de diciembre de 2008

El laberinto de la rosa.


- ¿Volverás a desaparecer?
- No, no sé. ¿Tú quieres? ¿Me quieres?
- Sabes la respuesta...
- Eres demasiado misterioso e intrigante. Me pierdo en el laberinto de tus palabras. Encuéntrame, por favor.
- Encuentra la salida. Todos los laberintos la tienen […]
- No quiero salir my Lord. Este no la tiene. Una vez entras ya no puedes salir. Batallas con muchas por el camino, ya consumidas por el tiempo, que lo único que desean es morir. ¿Qué les haces que ya no tienen corazón? ¿Qué nos haces para que perdamos la razón?
- Yo no robo nada, a nadie. Me regalan sus almas. Yo no puedo hacer nada. Entraron una vez en mi corazón, pero me hicieron sufrir. Ahora soy la única droga que les mantiene con vida. ¿Y ahora dices que yo te robo la razón?
- Sí, lo haces. - ¿Cómo? - No lo sé…
- No sé porque sigues en ese laberinto. Tienes la llave. Abre la puerta.
- No la tengo lord mío. Más quisiera yo que poder tenerte, y poder decirte que te amo.
- Hazlo… - ¿Me quieres? - Sabes la respuesta.
- No la sé – las últimas lágrimas se deslizan por mi cara –.
- Piensa. Solo busca en tu interior. Solo en ti está la solución.
- Por favor mátame, te suplico que lo hagas, así este dolor que siento al no poder tenerte remitirá para siempre.
- Sí […] - ¿Me matarás?
- Jamás –se arrodilla y limpia mis lágrimas con un suave roce de sus labios –. Tómame tú. Dime lo mucho que me amas. Haz que se salga el corazón de mi pecho y que no pueda respirar. Me entrego a ti. Soy tuyo. Tan solo dos palabras y el mundo se caerá a nuestros pies.
- Te amo.
- Y yo. Se acerca y soy capaz de oír los acelerados latidos de su corazón, casi tan rápidos como los míos. Jamás pensé que vería en él algo más que no fuera indiferencia. Sus pasos son lentos. Siento arder bajo su piel al besarme.