Creemos en nosotros,
aquí nadie reza.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Maybe surrounded.

Desaparecer.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Urrun.

Hace cinco minutos era el cumpleaños de mi abuelo. Mis padres han ido a verlo.
Nunca pensé que sería capaz de sentirme tan mal por no estar cerca de ellos, a dos pasos, a un grito.

¿Esto es la madurez? Darse ostias contra la pared, llorando porque no le has dicho hace mucho tiempo a tu padre que le quieres y casi no hablas con él, y le echas de menos brutalmente, y lo único que quieres hacer es coger un tren y abrazarle.
Y decirle a tu madre gracias, gracias por haberte soportado tantos años.
Y decirle a tu hermana que esté con ellos, que aproveche cada momento que tiene con ellos.

Y después viene el vacío total, y ¿qué pasará si les pasa algo? Yo no estoy ahí, y puedo hacer poco, y muy lentamente.

Si esto es hacerse mayor, no quiero serlo.
Tengo el complejo de Peter Pan, y me da exactamente igual.
No quiero crecer y el ritmo de las agujas va demasiado rápido.

Papá, mamá, pequeña, os quiero y os echo mucho de menos.

lunes, 5 de diciembre de 2011

(No) quiero ver de más.

Había llegado a creerme que era algo.

Detalles, siempre detalles que joden todo.
Agujas, muy pequeñas, que hacen explotar las ilusiones.

Y nadie está ahí para decirme que me levante.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Respirar.

Y contar hasta 10.
Quizás hasta 100.

Grab a brush and put a little makeup.

Why have you forsaken me?

lunes, 21 de noviembre de 2011

Naub.







lunes, 24 de octubre de 2011

Incienso y pintauñas.

Tengo frío.
Estoy entre triste y cabreada. Hay muchas cosas que no sé cómo afrontar, no del todo, y, tras varios intentos de palabras, me muero del asco, me pego en la boca y me la grapo.
He decidido empezar una época de contemplación.
No hacer nada más que maravillarme con todo, como si fuese nuevo. Un fantástico universo dispuesto para que yo lo conozca con detalle.
Quiero ir a una residencia de ancianos. Quiero que me hablen, que me cuenten historias, que me recomienden películas y llorar con ellas. Llorar como nunca lo he hecho.
Lo haré algún día. A la gente que está encerrada allí le gusta la gente que no lo está. Le hace ilusión poder hablar con alguien que no conoce y que está dispuesto a escucharle.
Quizás un día les cuente mis problemas. Y ellos puedan aconsejarme.

- Hola, me gustaría presentarme, soy una calabaza.

martes, 18 de octubre de 2011

Nana.

La segunda a la derecha.
La segunda a la derecha.
(and then straight on till morning).

Me siento como Nana.
Wendy y los pequeños se han escapado por la ventana.

Pensamientos alegres.
Pensamientos alegres.
Jodidos pensamientos alegres.
(Y polvo de hadas).

Wendy, vuelve, por favor.

- Llévame contigo, Peter. Tengo que cuidar de los niños.
- No te necesitamos. Los niños estarán bien.

Vacío.
Depresión profunda.

No sirvo para nada.

Fiebre.

Agua va.
Me derrito.

sábado, 8 de octubre de 2011

This time I'm sorry.


A veces me pregunto por qué cojones volvemos a la carga.
Es curioso pensar que el pasado volverá.
Es fácil recordar esa frase que reza “Quien no recuerde su pasado lo repetirá una y otra vez”.
Hay partes de nuestro pasado que nos gustaría repetir. Quizás una tarde fantástica con las amigas, ese día que el novio decidió armarse de valor y pedirnos salir después de una tarde normal y corriente, con cena incluida en un italiano en la esquina de nuestra casa.
O simplemente una tarde en el tren, mirando por la ventana, mientras anochece. Llegados a una ciudad, una de sus calles te impacta tanto que deseas vivir en esa ciudad, pasar los días y morir en esa esquina triangular.
En esas cuestas, sobre esos adoquines.

¿Por qué? Simplemente por que sí.

Las razones tan simples me aburren, y busco unas nuevas.
Nos gusta esa calle porque es la típica calle que hemos visto en millones de películas, con esas farolas que le dan un aire parisino, en el que aparecerá un hombre guapísimo perfectamente vestido con unos pantalones beiges y una americana marrón, con un fular anudado al cuello, y tú te caerás y él se preocupará por ti. Tu torpeza te encanta en momentos así. Has conocido al hombre de tu vida y, sorpresa, estás casada, tienes 2 hijos llamados Victoria y Jack y toda tu vida está regida por una perfecta rutina. Dos llantos semanales, dos polvos mensuales, algunas hostias anuales.

Bienvenida al mundo, S.

domingo, 2 de octubre de 2011

What if I don't wanna be yours?

Por si lees esto,

I miss you.

(Y a la vez te odio)

miércoles, 14 de septiembre de 2011

No compito, conecto.

Hace tiempo que no suelto una parrafada impresionante por aquí, y pensé que ya iba siendo hora.
El 1 de septiembre empecé la universidad. Todo bien, con ánimos y con miedo a las novatadas.
Sinceramente, a mí el miedo me llegó cuando ya estaba delante de las veteranas, por lo demás, estaba tranquila.
Contaré eso que a todos nos asusta al principio, como yo lo pasé y como lo pasaron las demás.
Cuando primero lo mío, que fue corto.
El segundo día en la residencia, las monjas nos hicieron cerrar las ventanas, las persianas, las puertas, todo, antes de las 11. Sabían que iban a venir los de Larraona, la residencia de al lado de chicos a molestar. Y así lo hicieron, había muchísimos novatos y unos cuantos veteranos. Cantaban, nos decían que éramos unas sosas y cosas así.
Cuando ya se fueron, las veteranas llamaron a nuestra puerta y nos hicieron levantarnos a todas, e ir al segundo o al cuarto piso, con el pijama y el sujetador por encima. Nos sentaron y nos numeraron.
Lo demás fueron pruebas. Nada graciosas, sinceramente. Yo no pasé por ninguna, tenía muy claro que no iba a humillarme de tal forma.
Si fallabas, que siempre hacías todo mal, te metían en la ducha, y te echaban agua fría y Cola-Cao por encima, o sino, te estampaban un huevo en la cabeza.
Yo me cansé, era demasiado patético y me fui a mi cuarto.
A las demás, que les hicieron dejar las puertas abiertas, les cogieron el colchón y se lo llevaron a otro piso, y cosas así.
Al parecer, eso pasó a las que habían estado en el segundo piso, en cambio, en el cuarto ocurrió de forma distinta todo.
Las veteranas del cuarto piso hicieron pruebas menos humillantes, no mancharon a nadie, sino que daban los huevos para que se cuidasen. Todas se lo pasaron mejor, al parecer.
Luego llegaron las novatadas conjuntas, con Larraona, en un parque de a saber dónde.
Yo no fui. Había quedado con una amiga y nos fuimos al Corte Inglés a que se comprara maquillaje.
Otra de mis amigas fue. Habíamos quedado con ella, y estábamos preocupadas, a punto de llamar a la policía pensando que le había pasado algo.
Nos contó que le habían hecho hacer una carrera rodando por encima de los novatos de Larraona, a los que, previamente, les habían embadurnado con nata y miel. También le hicieron pelear contra otra/o con una trucha (creo que dijo). Le tiraron a una fuente y ya no recuerdo qué más dijo.

Dejando las novatadas a parte, que solo sirven para acojonar a los que vienen después, hablaré de mi corta experiencia en la universidad.
De momento he faltado a muchas clases, por encontrarme mal.
El tiempo es horrible y me marea, me cansa muchísimo más de lo que debería y todo ello hace que no puedo ni andar.
Por lo demás, las clases son interesantes.
He tenido ya un examen y el lunes tengo otro.
A ver qué nota saco... Salí con un buen presentimiento, pero nunca se sabe.

Aquí el tiempo se hace más largo, como si el calor dilatase los segundos.

No hablaré de la gente, simplemente no hay nada que decir que la gente no se imagine.

No he encontrado a Jack. A. tampoco a Hugo. Esto empieza a ser horrible.

Un beso.

domingo, 28 de agosto de 2011

Ponte aquel vestido rojo.

Quiéreme, si te atreves.

Silencio.

Me quedan dos días.

Sólo.

Piezas de este mecanismo.

Cierra los ojos, con fuerza.

No te necesito.
No quiero necesitarte.

Como si nada...

Tú actúa como si nada hubiese acontecido.

viernes, 26 de agosto de 2011

Eraisha.

Andaba absorta entre el gentío. Ellos le empujaban, dejando de ser individuos para convertirse en una masa que silabeaba gritos.
Eraisha pensaba en por qué pasaba lo que pasaba.
Los copos de nieve parecían estructuras formadas por un caos tan perfecto como el que reinaba en las ciudades.
La gente pensaba que su vida era suya. Pensaba que habían elegido qué ser, y cómo serlo.
Nadie se había planteado que el trabajo no les dejaba vivir sus vidas, que les absorbía. Todos los días.

Un fin de semana en París.

Quizás hoy hubiera sido un día especial, lleno de alegría, de encanto. Quizás hoy hubiese conocido a alguien.
No era ese el fin de todas las personas, tener un trabajo y llegar a conocer el amor de su vida.
Pero no, Eraisha no había encontrado a nadie.
Hacía frío, pero no era la temperatura lo que le daba escalofríos.
Habían pasado muchas cosas, fantásticas, a las que ella se volcó con emoción, con ilusión, con el entusiasmo propio de alguien que cree que se puede hacer algo. Un cambio a mejor.
Eso era lo que ella buscaba.

(R)evolución.
Le gustaba esa pancarta que una mujer sostenía, convencida también de que todo podría llegar a ser mejor.
Pero no. El cambio no llegaba.

El cambio había muerto.

Volvíamos a ser marionetas en manos de... ¿Quién? ¿Alguien sabe con seguridad quiénes son? Los políticos, los empresarios...

Hablo del 15M, de ese futuro que parecía tan bonito.
Como si todos pudiésemos decidir... Pero no. Se convirtió en una pesadilla. Sindicatos por todas partes, lo que comenzó como algo en lo que se discutía  hasta llegar a una conclusión se lo llevó el viento.

Recuerdo los primeros días. Hacía frío, pero no importaba.
Ese día Eraisha había decidido discutir. Yo la veía, entusiasmada. Escribiendo en carteles que después se colgaron y estaban decorando el monumento.





















































Las fotos están cogidas de estos enlaces. No son mías ni mucho menos.
http://www.flickr.com/photos/kissyllus/sets/72157626780534472/
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