Creemos en nosotros,
aquí nadie reza.

domingo, 12 de diciembre de 2010

El arte de perder.


Me he estado preguntando por qué odio tanto, y siempre aparece en mi cabeza la frase que dijo una de mis compañeras el otro día, para odiar, has tenido que querer algo con la misma intensidad.
Puede ser que sea verdad, y me he planteado qué he querido tantísimo como para no volver a querer a nadie ni a nada como a él/ella. Y en seguida aparece G., como un pálido recuerdo que aún me hace llorar.
Ahora mismo ella es una foto, un objeto que me regaló.
Ése anillo que me compró y que yo perdí tantas veces para volverlo a encontrar otras tantas.
Hay veces que me siento en mi cama, al lado de mi oso de peluche y pienso en ella. Sólo en ella.
En lo feliz que era cuando me decían que iba a venir. En lo preocupada que estuve en año nuevo del año que ella murió. En el puto presentimiento que retumbó en mi cabeza en el momento en que mi padre me dijo que la vida era un valle de lágrimas y fue la primera vez en mi vida que le vi llorar.
Me acuerdo de cómo subí corriendo las escaleras, como casi me caigo, como me hice muchísimo daño en la muñeca. Como abrí la puerta y la vi, tendida en la cama mirándome. Deseándome un feliz año nuevo. Me acuerdo de sus brazos abrazándome.
Hace poco fue el aniversario de su muerte. Sé más o menos la fecha, porque jamás me la dijeron.
No me dejaron despedirme de ella.
También me acuerdo de que le hice una pulsera. De las típicas de hilo.
También me acuerdo de ese día en que mi padre estaba en Madrid y llamó a mi padre y no nos dejó hablar con él, se encerró en su cuarto y no salió hasta ya entrada la noche. Y nos hizo la cena, distante.
También me acuerdo de que lloré muchísimo aún sin saber que había muerto ese día. Era la mera posibilidad…
Supongo que le tenía un especial afecto porque apenas conocí a mi otra abuela. Necesitaba otra figura a la que adorar, y no me bastaba con mis padres.
Me han dicho que cuando murió mi otra abuela, cuando yo tenía 2 años, más o menos, estuve llorando muchísimo. Me acuerdo de fragmentos de una vida con ella.
Recuerdo cómo abría un armario donde tenía guardados los juguetes en su casa, y de un tarro lleno de caramelos y me dejaba elegir uno, y después lo ponía en una balda de la cocina.
Después de su muerte, recuerdo que había veces que lloraba muchísimo. También recuerdo, o creo recordar (esta parte de mi vida está muy emborronada), que mi padre me echaba la bronca por llorar por las noches.
No sé por qué escribo de esto. Pero bueno, qué más da.

Un beso al aire y mil al cielo.

3 comentarios:

  1. Lo siento.
    Pero ahora comprendo tu resistencia a querer,a amar, y, en mi opinion, es lógico.
    Debemos aprender que es un sentimiento, como quererlo, tratarlo, cuidarlo, y sobretodo, recordarlo, ya que, de que sirve el amor si no para ponerlo encima de la tristeza con su mero recuerdo?
    Ese.esa.esos, ten fuerza, y sostente en que si lloras, es lo último que G querría.

    ResponderEliminar
  2. Vicent eres como un diccionario de sentimientos. Nunca la entenderas, pero tu ultima frase tiene razon. Aunque, tu crees que eso alivia? G, no querria pero no impide que ella se desahoge asi.

    Por cierto ese.esas.esos, se que yo ya sabia esto. Ya sabes que siempre estoy aqui. Y estare aqui.

    ResponderEliminar
  3. Si creo que puedas progresar, y si quieres una prueba solamente has de comprobar la manera en que hablabas hace unos días, y ahora, mucho mas cálida y sin tanta malicia.
    Lo quieras o no, todo cambia de suficiente manera para que podamos amoldarnos a los cambios.
    Piensa en mi última frase varias veces al día, ya que también he aprendido que una misma frase nos puede afectar de distintas formas en distintos momentos.

    ResponderEliminar

A veces los pensamientos vuelan tan alto que son prisioneros del sol.