Creemos en nosotros,
aquí nadie reza.

lunes, 21 de julio de 2014

d.

Escuchaba sentada, mirando la noche, a lo lejos, el reloj. Escuchaba pasar los segundos, cuando de repente, escuché una respiración a mi lado.
No era ni mucho menos la que llevo tiempo esperando sentir cerca mío. Esa respiración tranquila, de saber que alguien duerme a tu lado. Es cruel pensar que me sorprendí pensando en él, como siempre. Esperando girarme y encontrarnos tendidos en la cama. Girarme y ver sus ojos cerrados, ver paz en tiempos de guerra.
Pero no, no era él, ni estaba en una cama. Nos separaban kilómetros de dura realidad.
Aún así, miré a mi perra, dormida, acurrucada en su cama.
Tenía los dedos jugando con su pelo, corto, negro azabache. Sus ojos me miraban, mientras, lentamente, se notaba el peso de Morfeo en ellos.
Soñaba con que fuera su cabeza, su pelo, sus orejas, su cuello, sus labios, sus latidos. Todo su cuerpo, al alcance de mi mano. Pero eran solo eso, sueños.

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A veces los pensamientos vuelan tan alto que son prisioneros del sol.