Creemos en nosotros,
aquí nadie reza.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Air

Efectos del aire.
Alguna vez te ha pasado, estabas feliz y por una efímera circunstancia, o quizás ni eso, palabra, tu felicidad se derrumba con un nombre común, en boca de alguien demasiado alejado. Quizás sí, quizás has sentido lo que es sangrar licor, sola, en una calle sombría. Desesperada por ver alguna luz brillar en el paraje desolado, desértico en el que se encuentra tu cabeza. Exasperada. Gritas, lloras y desgarras el tejido mismo de tus sueños. Hasta el punto de odiar visceralmente al causante de todos tus deseos. Mueres por verle sonreír; mueres por verle decir algo dulce, quizás empalagoso sería perfecto, y no las palabras que te dedica. Mueres de dolor. Sí, quizás sea todo lo que tú dices. Quizás tengas razón, o quizás me mientas. ¡¿Qué coño quieres de mí?! No aguanto más el tirón, mis sentimientos se estiran y quiebran con una sola nota entonada en un acorde demasiado alto. Quizás solo sean cavilaciones de una pobre sobria que se abstiene de caer en el vicio, en la esclavitud desmedidamente temprana. Quiero marcar yo el tiempo, y que se mida en besos, no en minutos odiándonos, humillándonos. No te pongas ropa, no quiero más fachadas. Quiero verte en una desnudez virginal y sentimental. Y sé que es estúpido y que no puedo someterme de esa forma al dolor, pero es una repugnante realidad, que me abraza todos los días desde que le conocí.
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ESE.

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A veces los pensamientos vuelan tan alto que son prisioneros del sol.