Creemos en nosotros,
aquí nadie reza.

lunes, 6 de julio de 2009

Il n'est pas trop tard...



Desgarrada palabra que sale de tu boca.
Se corta al oír el ruido de una nota.

Mi melodía.

Entona un suave tango que tus pies saben llevar;
Busca pareja entre las mujeres sentadas.

No hay ninguna que te complazca.
El baile...
La canción acaba...

Año nuevo.

Con la última campanada entra una mujer en la sala.
No, no es ella; pero parece saber bailar.

Pídele salir a la pista.
Ella aceptará; está sola.

La salsa no parece acabar nunca, y te cansas de llevar los pasos.
Parece un maniquí que se mueve en función de tus movimientos.

El vestido blanco, corto, se levanta en cada vuelta.
No lo puedes resistir. Te excita.
No la amas, pero el deseo consume tus entrañas.

La necesitas, por una noche. Ella busca lo mismo, ¿qué más quieres?

¡Ah! Claro, eres demasiado bueno, ¿verdad?

Entra otra mujer, se desliza como una sombra sobre los tacones. Su vestido negro, impecable, hace que nadie se fije en ella.
Su exquisita elegancia hace de sus pasos una danza.

Por alguna extraña razón, la has visto... Y... No paras de pensar en ella.


Demasiado tarde.
Otro hombre la ha tomado de la mano y ahora la acompaña a por algo con que saciar su sed.
Ellos bailan.
Mueve con dulzura hasta el más mínimo doblez de su vestido.

Te gustaría arrancárselo de la piel y besar su cuerpo estremeciéndose bajo tus dedos... Y amarla lentamente bajo sus miradas.

Tarde. Demasiado tarde.

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A veces los pensamientos vuelan tan alto que son prisioneros del sol.