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aquí nadie reza.

martes, 24 de marzo de 2009

Las flores del mal

Mujeres Condenadas
CXI


Como bestias meditabundas sobre la arena tumbadas, 
Ellas vuelven sus miradas hacia el horizonte del mar, 
Y sus pies se buscan y sus manos entrelazadas 
Tienen suaves languideces y escalofríos amargos. 

Las unas, corazones gustosos de las largas confidencias, 
En el fondo de bosquecillos donde brotan los arroyos, 
Van deletreando el amor de tímidas infancias 
Y cincelan la corteza verde de los tiernos arbustos;

Otras, cual religiosas, caminan lentas y graves, 
A través de las rocas llenas de apariciones, 
Donde San Antonio ha visto surgir como de las lavas 
Los pechos desnudos y purpúreos de sus tentaciones; 

Las hay, a la lumbre de resinas crepitantes, 
Que en la cavidad muda de los viejos antros paganos 
Te apelan en auxilio de sus fiebres aullantes, 
¡Oh, Baco, adormecedor de remordimientos pasados! 

Y otras hay, cuya garganta gusta de los escapularios, 
Que, barruntando una fusta bajo sus largas vestimentas,
Mezclan, en el bosque sombrío y las noches solitarias, 
La espuma del placer con las lágrimas de los tormentos. 

¡Oh vírgenes, oh demonios, oh monstruos, oh mártires, 
De la realidad, grandes espíritus desdeñosos, 
Buscadoras del infinito, devotas y sátiras, 
Ora llenas de gritos, ora llenas de lágrimas, 

Vosotras que hasta vuestro infierno mi alma ha perseguido, 
Pobres hermanas mías, yo os amo tanto como os compadezco, 
Por vuestros tristes dolores, vuestra sed insaciable, 
¡Y las urnas de amor del que vuestros corazones desbordan!



 La muerte de los artistas
CXXIII

¿Cuántas veces tendré que sacudir mis cascabeles 
Y besar tu frente ruin, triste caricatura? 
Para acertar en el blanco, de mística natura, 
¿Cuántos? ¡Oh carcaj mío! ¿Cuántos venablos perderé? 

¡Consumiremos nuestra alma en sutiles complots, 
Y derribaremos más de una pesada armadura, 
Antes de contemplar la gran Criatura 
De la cual el informal deseo nos llena de sollozos! 

Los hay que jamás han conocido su ídolo, 
Y estos escultores condenados y señalados por una afrenta, 
Que van martillándose el pecho y la frente,
No tienen más que una esperanza ¡extraño y sombrío Capitolio! 

Y es que la Muerte cerniéndose como un nuevo sol 
¡Hará desplegarse a las flores de su cerebro!



Charles Baudelaire

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A veces los pensamientos vuelan tan alto que son prisioneros del sol.