Son las tres de la mañana, el tic tac de los ronquidos del de la habitación de al lado me matan.
Quiero contar el tiempo a caladas, y que la última sea tu nombre encriptado en baladas (mejor balas).
Directas, concisas y sumisas entran en el cráneo de algún niño muerto en el arcén de los sentimientos.
Quizás sea mejor desaparecer.
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A veces los pensamientos vuelan tan alto que son prisioneros del sol.