Estoy entre triste y cabreada. Hay muchas cosas que no sé cómo afrontar, no del todo, y, tras varios intentos de palabras, me muero del asco, me pego en la boca y me la grapo.
He decidido empezar una época de contemplación.
No hacer nada más que maravillarme con todo, como si fuese nuevo. Un fantástico universo dispuesto para que yo lo conozca con detalle.
Quiero ir a una residencia de ancianos. Quiero que me hablen, que me cuenten historias, que me recomienden películas y llorar con ellas. Llorar como nunca lo he hecho.
Lo haré algún día. A la gente que está encerrada allí le gusta la gente que no lo está. Le hace ilusión poder hablar con alguien que no conoce y que está dispuesto a escucharle.
Quizás un día les cuente mis problemas. Y ellos puedan aconsejarme.
- Hola, me gustaría presentarme, soy una calabaza.