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aquí nadie reza.

miércoles, 29 de abril de 2015

Anegados.

Sonará a locura agradecer tener exámenes, pero tiene el sentido más rebuscado de todos.
Me siento vacía sin él. Como si de repente, uno de los dos pilares sobre los que sustentaba mi existencia hubiese huido, lejos, y yo tuviese que hacer grandes esfuerzos para no caer hacia un lado.
Por su bien. Mi bien estaba cerca de él. Ahora mismo no veo forma de rellenar ese hueco, y aún así, lo hago. Nuevas voces, nuevas series. Despedidas amargas de lo que ya estaba vaticinado. Como si los hados griegos hubiesen obrado, cansados de mi cobardía.
Y, ¿qué hago yo? Dar patadas al aire, como si él tuviese alguna culpa.
No puedo evitar culpar a otros de la brusquedad de su adiós. Quizás si hubiese podido hacerlo a mi manera no hubiese sido tan trágico el final. Pero, ¿qué más da? Ya está hecho.
Ya me quedan pocas palabras en el maletero. Es curioso como el vacío me llena, cómo éste se expande. Cómo me quiebra.
He decidido confiar en el destino, en esos crueles hados. Si el destino me depara su amistad, entonces volveremos a encontrarnos. Si esto se ha terminado para siempre, lucharé contra el aire, contra el infinito si hace falta.
Necesito algo de estoicismo, empaparme de otras culturas. Entender mejor el universo, mi universo.
Llorar como si no hubiera pena más profunda. Y, ¿qué podría ser más cruel? Perder a alguien no por mediación de la muerte. Saber que sigue vivo, y querer que sea feliz, hacer lo posible para ello, intentar que mejore día a día. Y, en cambio, saber que su sufrimiento pende de un hilo que sujetas en la mano derecha. Quizás lo lógico sería soltarle, pero solo quiero estirar. Levantarle de ese acantilado donde se encuentra su cabeza. Salvarle del quebradero. Pero, ¿de qué forma? Soy yo quien le ha empujado ahí. Quizás sea mi mano la que le impide moverse.
Me retiraré, un tiempo. Pero necesito saber si dentro de un tiempo le irá mejor.
Tramo planes secretos, que no sé si harán bien o mal, pero al menos pensarlos, y determinarlos.
Como si quedándome en donde él no pueda verme y yo tampoco a él, pero de alguna manera cerca me hiciera sentirme aún próxima.
Sergio, te echaré de menos.

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A veces los pensamientos vuelan tan alto que son prisioneros del sol.