Creemos en nosotros,
aquí nadie reza.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Charlotte.

Me había acurrucado en la esquina de esa vieja casa, con la pintura de las paredes descascarillada. En ese aire de casa abandonada, decadente, olía el viejo esplendor de esa casa de muñecas.
Mis mantas me acompañaban, había hecho un pequeño fuego a unos metros de mí. Estaba todo abierto y hacía demasiado frío. Solo una persona podía quitarme el frío con un par de palabras. Sí, palabras, los abrazos estaban muy vistos en mi cabeza. Cuando sientes algo de verdad por una persona, no necesitas abrazarle para que sienta que le quieres cerca de ti, basta con oír su voz. Claro que quieres abrazarle, acariciar su piel, suave, de la mano hasta el hombro. Soñando caricias en sitios que nadie se espera. (¿A quién le han acariciado las manos? No es un sitio demasiado normal)
Mis peluches estaban en el piso de arriba, olvidados. El incendio se lo llevó todo, y ese incendio tiene nombre y apellidos, se llama "hacerse mayor". De golpe, una ostia de aire en lo más hondo del ser.
Eso de que en la adolescencia se construye la personalidad de uno no es cierto. En la adolescencia tiras por la ventana, solo haces eso, todo lo que pillas por tu cabeza al suelo, quizás al infierno.
La decisión de querer otra vez un peluche de Piglet en tu vida es algo difícil. Asumir que has cambiado pero que aún recuerdas quién fuiste, qué te gustaba de niña.
Para cenar hoy hay sopa y un yogurt. Ah, y letras, muchas letras, que te llenan, que te hacen parecer enferma. Solo quieres releer. Buscar, aprender. No hay hambre que describa ese afán.
Fuera llueve, el viento de la ciudad se cuela por las paredes derrumbadas. Arriba duerme mi sueño, aquí mi conciencia dice que le deje (pesadillas), que él solo puede traerme problemas que olvidaré, que eso no es la vida real. Que hay mucho que pensar, que conocer.
Sola, libre, es la única forma de poder afrontar conscientemente compartir. Eso de compartir (por mucho que te dijeran de niño que era bueno y que debías dejar los lápices de colores a los compañeros) es jodido. Muy jodido. Sobretodo si das demasiado, pero si das demasiado poco, es injusto para la otra persona. Egoísmo frente plantarte delante del destino con nada más que tus manos. Mostrar que eres débil, quitarte todo lo que rodea tu cabeza para dejar ver algo de verdad, no todo (egoísmos), quizás por eso es tan jodido compartir. Dejar ver quién eres, que no eres como el resto del mundo piensa. Somos maestros del disfraz llevado a otros niveles. Quizás es actuar, pero actuar acercándonos, dejándonos querer, sin movimientos bruscos. Soy fuerte a mi manera, soy consciente de que tengo debilidades, pero me cuido lo suficiente como para saber que nadie podrá hacer más profundas mis preocupaciones, por mucho que en mi cabeza ronden millones de problemas de otros, solo ellos son capaces de cambiar.
Debería mojarme. Salir de aquí corriendo. Esperarle en cualquier bar, tomando un café.
Me voy a algún sitio cerca del mar.

Tuya.

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A veces los pensamientos vuelan tan alto que son prisioneros del sol.