Creemos en nosotros,
aquí nadie reza.

lunes, 21 de marzo de 2011

O quizás no.

Estaba, otra vez, dando vuelta inconscientemente. Bailando acompañada del ruido de las gotas estrellarse contra el suelo o los cristales que la rodeaban.
Pensaba, nadie sabía en qué. Simplemente se veía que miraba por la ventana dibujando el sol con la mirada, haciéndole cambiar de día a noche, apagando el horizonte poco a poco.
Hervía, quemaba, y ella ni se inmutaba. Necesitaba más. Quemarse. Arder.
En llamas.
Quería estar en cualquier círculo dantesco, saber qué pasaba con esas almas. Saber cómo el alma se podía quemar. Conocía demasiado bien la sensación de quemazón en el cuerpo, y le gustaba.
Jugaba con fuego.
Jugaba con su imagen y la desdibujaba. Se hacía perder en un cuento de elfos que lanzaban estrellas por flechas, que le atravesaban, que le hacían morir exhalando humo. Intoxicada por su propio afán de más
llamas.

3 comentarios:

  1. ¿Puta anestesia? Yo diría que Bendita hija mía, porque cuando te pones prosaica no me importaría arder en llamas leyéndote (todo metafórico, que yo sólo con el aire de verano me pongo como un cangrejo y aun no me apetece)
    Besos
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  2. Tu nuevo nombre me intriga de sobremanera...
    El texto demasiado abstracto para alguien con fiebre...no puedo opinar :D aunque el lenguaje muy pulido

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  3. Lizzie no entiende tampoco lo de puta anestesia, a no ser que se refiera al hastío de una situación incapaz de provocar en ti sensaciones lo suficientemente fuertes para ser llamadas así. O sensaciones que no pueden salir.
    No sé, como todo lo relativo a los sentimientos, son sólo suposiciones.
    Espero que lo pasaseis bien después de que me fuese el sábado :)
    Besos.

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A veces los pensamientos vuelan tan alto que son prisioneros del sol.